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Esto que nos ocurrió

Cuando murió el jefe de Los Intocables

Un día como hoy, de 1957, fallecía Eliot Ness, el incorruptible agente del Tesoro de Estados Unidos que jaqueó al mafioso Al Capone.


Un día como hoy, pero de 1957, a los 54 años, moría Eliot Ness, el agente del Tesoro estadounidense famoso por sus esfuerzos por imponer el orden en la ciudad de Chicago durante la ley seca, al liderar un equipo legendario apodado Los Intocables, y por contribuir con su lucha al ocaso del capo mafioso Al Capone.

Hijo de Peter y Emma Ness, un matrimonio de panaderos noruegos que emigraron a Estados Unidos, Eliot Ness nació en Chicago, Illinois, el domingo 19 de abril de 1903. Al origen noruego de sus padres atribuía él su aspecto pulcro y mejillas coloradas.

Desde muy pequeño fue un ávido lector, en especial de las novelas policiales, y un personaje lo cautivó: el maestro de detectives Sherlock Holmes, personaje creado por el británico sir Arthur Conan Doyle.

Ness estudió en la Universidad de Chicago, donde se graduó en 1925 en las especialidades de Negocios y Derecho. También en la Universidad aprendió jiu-jitsu.

Siendo alumno universitario, Ness ingresó a la fraternidad Sigma Alpha Epsilon, a la que pertenecieron, entre otros, William Faulkner, William McKinley y George Gallup.

Luego, comenzó su carrera como investigador para la Retail Credit Company, de Atlanta, Georgia. Fue asignado para trabajar en Chicago, donde dirigió las investigaciones para obtener información bancaria.

Paralelamente, Ness obtuvo una maestría en criminología en la Universidad de Chicago. En 1926, su cuñado, Alexander Jamie, un agente de la Oficina de Investigación del Departamento de Justicia –que en 1935 se convirtió en el Federal Bureau of Investigation (FBI), la agencia nacional estadounidense para la obtención de datos para la seguridad interna– lo impulsó a ingresar al sistema penal, al tiempo que lo convertía en un experto tirador.

Al año siguiente, Ness se unió al Departamento del Tesoro, y pasó a trabajar con los denominados “300 fuertes”, agentes de la Oficina de Prohibición de Chicago.

Por entonces, regía en Illinois y en otros estados norteamericanos la famosa y controvertida ley de prohibición, conocida popularmente como la ley seca, medida que consistía en la ilegalización de la fabricación, elaboración, transporte, importación, exportación y venta de bebidas alcohólicas.

La ley seca provocó un auge considerable del crimen organizado y encumbró a jefes mafiosos estadounidenses entre los que se destacó el italonorteamericano Al Capone (nacido en Nápoles, Italia, como Alfonso Gabriel Capone y criado en Brooklyn, Nueva York).

Aunque su tarjeta de visita decía que era un “marchante de antigüedades”, Capone se había hecho cargo a comienzos de la década de 1920 de la organización que tenía en Chicago el gángster Johnny Torrio y que se dedicaba al tráfico de bebidas alcohólicas, al juego ilegal y a la prostitución.

También llamado Cara Cortada (Scarface) por una cicatriz que tenía en la mejilla, Capone eliminó a sus competidores en una serie de guerras mafiosas que culminaron con la matanza del día de San Valentín de 1929, en la que sus hombres asesinaron a siete miembros de la pandilla irlandesa de George “Bugs” Moran, con lo que se hizo con el control del hampa en Chicago.

Con todo, cuando el republicano Herbert Clark Hoover llegó a la presidencia estadounidense en marzo de 1929, le encargó al entonces secretario del Tesoro norteamericano, el millonario y filántropo Andrew Mellon, que apuntara todos los cañones sobre Capone para poder llevarlo a la cárcel.

El gobierno federal abordó el problema Capone desde dos direcciones: evasión de impuestos y contrabando de alcohol. Eliot Ness fue elegido para encabezar las operaciones relacionadas con el contrabando de alcohol, apuntando a las cervecerías ilegales y las rutas de suministro de Al Capone.

Pero como la corrupción reinaba entre los agentes de policía de Chicago –muchos de los cuales estaban pagados por los gángsters–, Ness examinó minuciosamente los registros de todos los agentes del Tesoro para crear un equipo confiable.

Inicialmente su grupo estuvo compuesto por 50 hombres, más tarde fue reducido a 15 y finalmente a sólo nueve agentes, incorruptibles y de absoluta confianza.

De inmediato, comenzó una serie de sorpresivas y eficaces redadas contra destilerías y cervecerías clandestinas. En menos de seis meses Ness descubrió cervecerías que generaban más de un millón de dólares de ganancias.

La principal fuente de información para implementar las redadas fue una gran operación de intervención de teléfonos.

El hasta entonces todopoderoso Capone intentó sin éxito sobornar a los agentes de Ness, tal como había hecho con todos los federales que se cruzaron en su camino. Esta tentativa fallida del capo mafioso fue aprovechada por Ness como publicidad del accionar insobornable de sus agentes, obteniendo por parte de los medios de comunicación el apodo que los convertiría en leyenda: Los Intocables.

Esto enfureció aún más al crimen organizado: se multiplicaron los atentados sobre Ness y un amigo íntimo del jefe de Los Intocables fue asesinado. Lejos de amedrentarse, Ness y su equipo continuaron trabajando infatigablemente y golpearon duro sobre las operaciones de Capone.

Sin embargo, el arma clave para llevar a Capone a la cárcel no eran sus innumerables crímenes ni sus negocios al margen de la ley sino la evasión de impuestos. En varios procesos federales llevados a cabo en 1931, Capone fue acusado de 21 casos de evasión fiscal –por más de 300 millones de dólares– y unas cinco mil violaciones del Volstead Act (prohibición de vender alcohol).

El 17 de octubre de 1931, Capone fue condenado a 11 años de prisión, y tras una apelación fracasada comenzó su sentencia en 1932 en una cárcel de Atlanta.

Sin embargo, el gángster aún era capaz de controlar la mayoría de sus negocios desde este centro, y se ordenó su traslado a la isla-prisión de Alcatraz en agosto de 1934.

Allí, Capone era vigilado estrictamente y tenía prohibido cualquier contacto con el exterior. Al revocarse la ley seca y con su líder bajo confinamiento, el imperio de Capone pronto comenzó a debilitarse.

Capone fue puesto en libertad condicional en 1939 y pasó el resto de su vida enfermo en su mansión de Miami Beach, Florida, donde murió en 1947.

Tras su victoria sobre Capone, Eliot Ness fue ascendido a investigador principal de la Oficina de Prohibición para Chicago y en 1934 para Ohio.

Después del final de la prohibición en 1935, se trasladó a Cleveland donde se desempeñó como director de Seguridad Pública. Desde ese nuevo puesto, Ness dirigió una campaña para limpiar a fondo la policía corrupta y los cuerpos de bomberos, y también abordar el juego ilegal.

Sin embargo, fracasó en su intento de capturar al denominado Asesino del Torso, considerado el primer asesino serial de Estados Unidos, que aterrorizaba a Cleveland desde mediados de los años 30. Ness renunció en 1942, después de protagonizar un confuso accidente automovilístico en el que se sospechó que había conducido alcoholizado. Se mudó entonces a Washington y trabajó para el gobierno federal hasta 1944, cuando se trasladó a Ohio para ocupar el cargo de presidente de la Diebold Corporation, una empresa de sistemas de seguridad.

Ness estuvo casado tres veces y tuvo un solo hijo, por adopción. Se postuló sin éxito para alcalde de Cleveland en 1947 y fue despedido de su trabajo en Diebold ese mismo año. Más tarde se trasladó a Coudersport, Pensilvania, para trabajar para el North Ridge Industrial. Su libro, Los Intocables (The Untouchables), escrito junto con el periodista Oscar Fraley, fue publicado poco antes de su muerte, ocurrida el jueves 16 de mayo de 1957, a los 54 años, en Coudersport, Pensilvania, debido a un infarto.

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