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Sociedad

Cuando el cloro en la pileta no es suficiente prevención

Especialistas de la Universidad de Cuyo alertaron sobre las bacterias y parásitos resistentes al producto.


En el marco del período estival, ligado con altas temperaturas, la pileta pública o privada se perfila como una de las posibilidades de hacerle frente al calor. Sin embargo, el agua utilizada para refrescar o divertirse contiene huéspedes indeseables: las bacterias y los parásitos. Así es necesario que a la pileta se le agregue cloro. Pero, ¿cuánto es suficiente como para eliminar los posibles focos de trasmisión de enfermedades?

“Ciertos parásitos, como Giardia y Cryptosporidium, son resistentes al cloro y provocan la mitad de los casos de gastroenteritis en Argentina por ingestión involuntaria de agua mientras se hace uso de una piscina”, explicó Elena Spadoni, bromatóloga de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNC). “Las aguas sometidas a cloración como único tratamiento no pueden ser consideradas microbiológicamente puras ante la ausencia de bacterias, ya que podrían contener y transmitir parásitos protozoos resistentes a tratamientos de desinfección, lo cual se podría incrementar durante la época estival por el aumento de la temperatura ambiental y de las precipitaciones pluviales”, analizó la especialista, tal como refleja el portal web www.argentinainvestiga.edu.ar.

Otros bichos

Los parásitos mencionados no son los únicos asociados al uso recreativo del agua. De acuerdo con los especialistas, existen otros como los Schistosomas, la Naegleria y los Microsporidios, que poseen semejanzas en el mecanismo de transmisión, el cual se lleva a cabo mediante la ingestión accidental de agua contaminada con heces de personas parasitadas mientras se está dentro de una pileta, lago, río, spa, por ejemplo. “El parásito coloniza el intestino produciendo diarreas acuosas, fiebre, calambres estomacales, síntomas de mala absorción (intolerancia a la lactosa, por ejemplo) y en algunos casos graves se ha descrito artritis. Las personas inmunocomprometidas (trasplantados, enfermos de sida, niños, embarazadas, ancianos, entre otros) son las más susceptibles y presentan las formas más graves de las parasitosis”, precisó Spadoni.

Estos parásitos son muy resistentes a las dosis de cloro y traspasan los filtros que se utilizan convencionalmente en las piletas. Y si bien existen reglamentaciones para agua respecto de bacterias, no ocurre lo mismo para parásitos. Por este motivo, Spadoni y otros investigadores de Ciencias Agrarias han presentado un proyecto junto con la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UN Cuyo para evaluar el estado de las piscinas y, de acuerdo con ello, “elaborar un plan de prevención y control para todo lo concerniente al funcionamiento y uso de este tipo de aguas recreacionales, plan que se extenderá a los ámbitos municipal y provincial”, aseguró la bromatóloga.

Consejos para uso de piscinas

No nadar cuando se padece diarrea: esto es especialmente importante para los niños que usan pañales ya que pueden propagar los gérmenes al agua y hacer que enfermen otras personas.

Si es necesario cambiar pañales, hacerlo en el lugar reservado para ello.

Lavarse las manos con agua y jabón después de ir al baño o de cambiar pañales: de este modo se favorece la protección de otras personas teniendo en cuenta que los gérmenes de su cuerpo terminan en el agua.

No acceder a la zona destinada a bañistas con ropa o calzado de calle.

No tragar el agua de la piscina: se debe hacer todo lo posible para evitar que el agua entre a la boca.

Antes de cada baño es obligatorio el uso de gorro y ducha, asegurándose el usuario de eliminar cremas y suciedades que pudieran quedar en los pies después de andar descalzo por el recinto.

No arrojar papeles o residuos al suelo o al agua. Utilizar las papeleras.

Por último, hay que tener en cuenta que las piscinas son un servicio que todos utilizamos, por lo tanto, las condiciones higiénico-sanitarias dependen en gran medida de los propios usuarios.

En el mundo

Para tener una referencia, se estima que el 60 por ciento de los casos de giardasis ocurridos en Estados Unidos han sido transmitidos vía hídrica. Estudios realizados en el estado de Oregon permitieron elaborar un manual de entrenamiento de operadores para piletas de uso público, en el cual se especifican dosis y tratamiento después de colocar el cloro para lograr una eficiente eliminación de agentes biológicos como Crystosporidium y Giardia, indicándose, también, el tiempo que tiene que estar en contacto el cloro para eliminar correctamente los parásitos mencionados.

En España algunas empresas privadas confeccionaron un manual de mantenimiento de piscinas en el que no sólo describen los problemas biológicos (parásitos, bacterias y virus) sino que incorporan detalles acerca de la construcción de las piletas, con el fin de evitar patologías en los usuarios.

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