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Crítica a la canonización de Juan Pablo II

Disidentes católicos cuestionan al fallecido Papa por beneficiar a conservadores y proteger a los curas pedófilos.

La canonización de Juan Pablo II refleja el fervor que aún despierta entre los fieles el Papa fallecido en 2005, aunque hay quienes cuestionan la celeridad del proceso y le reprochan sus posiciones conservadoras y su silencio ante las denuncias de abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes.

Entre las mayores críticas al papa polaco figuran también la severa condena a la Teología de la Liberación en América latina y su excesivo poder personal acumulado en 27 años de pontificado, según varios expertos. Si bien era un Papa que gozaba de una enorme popularidad en América latina, la región con mayor cantidad de católicos del mundo, y que recorrió a lo largo y lo ancho, importantes sectores no le perdonan haber tratado con mano dura a los obispos y teólogos comprometidos con los sectores más pobres de la sociedad.

Muchos de ellos fueron obligados a dejar la docencia o fueron remplazados por ultraconservadores, poco sensibles a las injusticias sociales y muy rígidos en asuntos morales. “Era un adversario del comunismo”, comentó el cardenal francés Georges Cottier, al explicar las razones de su oposición a la Teología de la Liberación, influida por el marxismo.

No a Romero, si a Pinochet   

Un grupo de teólogos contestatarios deploró en abril de 2011 que la beatificación del arzobispo de San Salvador, Oscar Romero, asesinado en 1980 por un comando de extrema derecha, permaneciera “bloqueada” en el Vaticano y que, en cambio, fuera beatificado el papa Juan Pablo II.

El teólogo italiano Giovanni Franzoni, quien fue abate de la basílica de San Pablo Extramuros, testimonió en 2007 en el Vaticano contra la beatificación de Juan Pablo II, a quien no le perdona el “doloroso aislamiento” del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado mientras oficiaba misa. “Romero de regreso en 1979 del Vaticano quedó destruido, afligido tras la audiencia con el Papa. Decía que nunca se había sentido tan solo como después de ese encuentro”, contó Franzoni.

El teólogo recordó que el Papa instó a Romero a “llegar a un acuerdo con el gobierno”, algo impensable, ya que el obispo salvadoreño denunciaba en sus homilías dominicales las numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestaba públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. En pleno 1987, el Papa se asomó al balcón del palacio presidencial junto al dictador chileno Augusto Pinochet, lo que fue considerado como una suerte de bendición a la dictadura.

La relación con Maciel

Pero una de las críticas más fuerte es por no haber sabido o querido alejar de la Iglesia a los curas acusados e inclusive condenados por pedofilia. Para sus detractores, no tomó suficientes medidas, claras y firmes, cuando en 2000 estalló el escándalo en Estados Unidos. El hecho de no haber sancionado a eclesiásticos acusados de pedofilia, como el cardenal  Hans-Hermann Gröer y el religioso mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, es una gran mancha de su pontificado. Maciel llevaba una doble vida, tuvo varios hijos y fue condenado de abusos sexuales a niños.

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