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De contra

Confesiones de un periodista: el zurdo que llegó por derecha

El casildense Jorge Sampaoli siempre estuvo convencido que iba a trascender las fronteras. Y así lo hizo.


“Nunca dudé que triunfaría. Un obsesionado por los entrenamientos y por conocer a los rivales. Hay un hecho puntual que lo pinta de cuerpo entero: en el 91 dirigiendo a Alumni, en una semifinal de 5ª división ante Atlético Chabás, concentró a los chicos”. El recuerdo pertenece a Jorge “Tronco” Roldán, prestigioso entrenador de la región, el mismo que recomendó a Martín Morel a Tigre.

Cristian Calabrese también avaló esos conceptos: “Ya cuando nos enfrentábamos en el 96 se veía que había un potencial director técnico. Meticuloso, detallista, enérgico, ganador. Los años y la carrera que está desarrollando avalan lo que pintaba”.

Horacio Vailatti, quien integró aquel equipo campeón de Belgrano y hoy se ha convertido en su mejor alumno (cinco vueltas olímpicas con Athletic de Arroyo Seco y dos con Atlético Pujato) fue contundente: “Era un estudioso. Cuando jugamos la final del 96 ante Huracán de Chabás le dijo a De Paul (el delantero) ‘la primera pelota que agarres de frente a Mascariño (el zaguero del Globo), zurdo, cerrado, tirásela larga a la derecha que te hace penal’. A los 10 minutos, Fernando le hizo caso y el árbitro Muliterno sancionó la pena máxima. Nos convencía desde su potencia. Pensábamos que le podíamos ganar a Boca. Sabíamos que nos iban a sufrir y que no teníamos rivales. Creíamos que éramos el Real Madrid. Así nos hacía sentir él”.

Ariel Lombardi es otra palabra autorizada. El Yayo fue elegido recientemente en una populosa y seria encuesta de una emisora del Departamento Caseros como el mejor técnico de la historia de la Casildense, relegando al segundo lugar al Zurdo. “A pesar de no tener peso su nombre y tener que superar muchos escollos, su capacidad, dedicación y ambición le permitieron llegar. También lo favorecieron los buenos representantes y los colaboradores con quienes se rodeó y por supuesto, esa dosis de suerte que se necesita. Además, tuvo la inteligencia suficiente para adaptarse al profesionalismo y nunca dudé que trascendería por su enorme ambición”.

Jorge Sampaoli sabía que la trascendencia no estaba en la Liga Casildense. Demostró con creces ser un revolucionario, aunque el éxito y el reconocimiento no estaban ahí. El Zurdo se sentía predestinado a vivir lo que le está tocando vivir ahora. Él siempre se sintió con la capacidad suficiente para trascender las fronteras del pueblo y triunfar en el fútbol profesional.

Las ganas, el ímpetu y el conocimiento estaban. Había una preparación. Él nunca se conformó con su trabajo de administrativo en el banco. Jamás le interesó eso y ni bien pudo desligarse y vivir del fútbol, lo hizo: aún resignando un buen sueldo y una estabilidad laboral.

El casildense más famoso

Fue tricampeón en su liga con Belgrano y Aprendices (dos veces). Luego llegaron los cuatro títulos con la Universidad de Chile (Apertura 2011/12, Clausura 2012 y Copa Sudamericana 2011 invicto). Y llegó a la gloria ganándole a Argentina en 2015 para llevar a Chile a su primer éxito internacional: la ansiada Copa América.

De sus comienzos en Alumni de Casilda en 1994, el Zurdo dejó a su pueblo natal y sus seres queridos para jugársela en Perú, donde comandó a Juan Aurich, Sport Boys, Coronel Bolognesi y Sporting Cristal de 2002 a 2007. Luego emigró al país trasandino, en el cual  tuvo un paso de dos años por O’Higgins para llegar a Emelec de Ecuador en 2010. Pero el reconocimiento internacional lo alcanzaría con Universidad de Chile, el que le permitió reemplazar nada menos que a Marcelo Bielsa en la conducción técnica de la selección.

El intenso frenesí

Como en la actualidad, pegando saltitos, agarrándose la cabeza, gritando, viviendo a full el encuentro, el Zurdo también lo hacía en la Casildense. Con una diferencia: allí estaba pegado al alambrado, porque él recorría como un loco la raya de cal. Y no lo perdonaban. Le tiraban de todo. Llovían escupitajos e insultos. Nada lo inmutaba. Su concentración era total. Y la arenga permanente.

En la primera final del 99 ante Atlético en Pujato, que terminó en escándalo, por el polémico gol de “Patita” Bouvier para los Albirojos, los hinchas locales que invadieron el terreno le tiraron un balde de hielo. El Zurdo se trenzó a patadas y puñetazos con quien se le cruzara adelante.

El mensaje optimista

Recuerdo que a finales del 99 nos invitó a compartir un asado en su casa. Terminaba de ganarle una electrizante triple final a Atlético Pujato con Aprendices. Cuando llegué con mi esposa y mis hijos nos recibió su mujer. El fuego estaba encendido y al preguntar por el anfitrión nos respondió: “Buscalo en el comedor”. Nos acercamos y luego de un extenso abrazo nos comentó: “Estoy mirando trabajos de campo de Bielsa y escuchando una conferencia de Bilardo”.

El mensaje sobre la gloria que hoy disfruta Sampaoli es claro y contundente: sacrificio, convencimiento, seriedad, búsqueda constante de la perfección, pasión y una meta que parecía imposible y que sin embargo para él era su motivo de vida. Lo alimentaba un fuego insaciable. El Zurdo demostró que se puede cuando la persona sabe lo que busca y se prepara para cuando la oportunidad llegue a su puerta. En definitiva es el triunfo del optimista.

Por estos argumentos nunca estuve de acuerdo con el título del documental “La revancha del ninguneado”, que se estrenó hace poco en todo el mundo. Así se lo hice saber al productor Roberto Cox. Es que Sampaoli significaba un riesgo para la comodidad de los dirigentes, más allá de que uno se convencía rápido de su capacidad. No tenía un nombre con pasado profesional. No pesaba. Por eso era consciente que la única manera de llegar a la gloria era emigrando y de la mano de un empresario visionario pegó el gran salto. Hoy está en la cima del mundo. Y si llegó hasta allí fue tras haber construido una base sólida con los cimientos más fuertes: sacrificio, humildad y sobre todo un amor sin límites por lo que hace.

El árbol de la gloria

Fue en un clásico de Arequito. Más precisamente en cancha de 9 de Julio, el club de la “Sole”. No le fue bien a Belgrano. Perdió y Sampaoli vio la roja. El Zurdo se trepó a un árbol de frondosas ramas y desde allí daba las órdenes. Esa tarde de 1996 estábamos cubriendo el partido junto a Sergio Toriggino y la imagen fue publicada en el diario La Capital. Hizo historia y allí comenzó su despegue. Eduardo López lo llamó y lo puso al frente de Argentino.

“El ninguneado”

El Zurdo se enojó y mucho con el productor chileno Roberto Cox por el título del documental sobre su historia inédita “El Zurdo, Revancha del Ninguneado”. Allí participamos todos aquellos que conocimos sus inicios. El documental fue seleccionado para competir en varios festivales internacionales, tras un exitoso paso por el “Italy International Film Festival”, donde recibió el premio a Mejor Director de Documental Extranjero. Consultado, Cox dijo: “Va bien. Ganó un premio en Italia y en marzo viaja a Barcelona. Esperando a ver si queda seleccionado para el Bafici en Buenos Aires, que sería un golazo. Por el ahora, esa postulación me tiene de pies atados para estrenarla en otra ciudad de Argentina”.

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