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Verano colectivo

Colonias de vacaciones: espacios de aprendizaje y de valores

En el Centro Asturiano está La Tribu, que recrea las disputas de Chomeraguas y Cacahates en 1424 y con “juego limpio”.


Las vacaciones de los chicos suelen ser un problema complejo de resolver para muchos padres que trabajan durante los meses del verano. El receso escolar llena a los pibitos de horas libres, que a veces son difíciles de ocupar sin morir en el intento. Una alternativa viable son las colonias de vacaciones, que desde los primeros días de enero trabajan en distintos espacios recreativos como clubes, campos de deportes, polideportivos, camping, etcétera.

Cuando al Mati le preguntaron por sus vacaciones dijo: “No tengo vacaciones, voy a la colonia”. Esta expresión, dicha con toda la franqueza de la que puede dar cuenta un niño, deja en claro que muchas veces las colonias son más preciadas por los padres que por los chicos. Después la cosa cambia: la mamá del Mati señala que al principio al pibito no le seducía mucho la idea de la colonia, pero hacer nuevos amigos lo entusiasmó. “Ahora va contento”, dice, con la satisfacción de quien alcanza la cumbre más alta.

Si uno se pusiera a pensar con la cabeza de un niño, no sería difícil advertir que muchas cosas de la colonia se parecen a la de la escuela: lugar fijo, días y horarios pautados, rutinas, presencia de seños y profes, disciplina, tarea, etcétera. Es como un gran recreo, donde en principio cuesta entender la diferencia.

Dante Benedetich nació en Paraná y desde hace años es hijo adoptivo de Rosario. Estudió el profesorado de educación física en el Instituto Superior de Educación Física N° 11, y es docente en escuelas públicas primaria y secundaria. También trabaja en el área de Salud de la Municipalidad de Rosario. Desde hace 21 años coordina junto con Bruno Bernardini las actividades de seis profesores en la colonia de vacaciones La Tribu, que funciona en el club Centro Asturiano Rosario y que actualmente tiene más de 120 chicos. “Iniciamos esta propuesta pensando en innovar lo que había en el mercado y fue así que decidimos, entre otras cosas, hacer la colonia en el turno tarde”, sostiene Dante.

Las opciones que ofrecen las Colonias de verano son de las más variadas y desarrollan actividades recreativas, deportivas, artísticas, lúdicas y de aprendizaje. Algunas funcionan con rutinas fijas y otras con un concepto más relajado de la relación del niño con su entorno. En todos los casos se busca que los niños encuentren un espacio para jugar, hacer nuevos amigos, descansar, disfrutar del aire libre y aprender cosas nuevas.

En este sentido, las colonias de vacaciones también son un espacio de enseñanza y aprendizaje donde se ponen en juego muchos contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales que coadyuvan a la formación integral de un niño.

Muchas veces vinculamos la educación con la escuela, como si esta fuera el único espacio por donde circulan los aprendizajes. Aunque cualquier relación de un sujeto con otro y estos con su entorno es un aprendizaje, en las relaciones principalmente institucionalizadas, donde un adulto interactúa con niños, puede haber además, una situación educativa.

El pedagogo Paulo Freire sostiene que una situación de almuerzo puede contener algunos momentos educativos, pero no es necesariamente una situación educativa. Para que esto ocurra es necesaria la presencia de un educador, un alumno, un lugar considerado como espacio pedagógico y un tiempo. En este sentido podríamos decir que una colonia de vacaciones tiene muchos aspectos de una situación educativa.

Queda claro, en todo caso, que el eje de las colonias es el aspecto lúdico. La mayoría de ellas están diseñadas para que los niños pasen un tiempo compartido, que es lo que Freire denomina tiempo pedagógico, donde lo principal no está al servicio de la producción de saber, sino del juego.

“La colonia de vacaciones –sostiene Dante Benedetich– es un espacio educativo no formal cuyo objetivo principal es la recreación de los niños durante las vacaciones, en un ámbito seguro. Para lograrlo, partimos de actividades planificadas por los profes de educación física, donde desarrollamos juegos intertribus, campamentos, talleres de cocina y actividades que tienen que ver con la vida en la naturaleza y el aire libre. Aunque las acciones más requeridas por los chicos son las deportivas, la vedette de nuestra colonia es la pileta, en la que apuntamos a la natación recreativa. La pileta es muy motivante para los chicos”.

—¿Cuál es el aspecto educativo más significativo de la colonia?

—La colonia es educativa y el juego es el eje principal de cada jornada que, por otra parte, es la actividad natural del niño. En este sentido, ponemos el acento en el valor educativo que tiene el juego. Este uso del tiempo libre favorece la relación con sus pares, fortalece la autoestima, le da un sentido de pertenencia a un grupo, le brinda aprendizajes para lograr desenvolverse en un ambiente distinto a la escuela y le genera vivencia que la van a recordar toda la vida.

—Entonces ¿el juego es educativo pero también instala valores que la colonia pone en práctica cada verano?

—Para nosotros la forma en que se plantea el juego es un valor porque, entre otras cosas, evita la confrontación. El origen del nombre de nuestra colonia, La Tribu, se vincula con eso. Cuenta la historia que la competencia intertribus se originó, según los primeros relatos, que datan de 1424, en la rivalidad existente entre dos tribus vecinas: Chomeraguas y Cacaguates. Ambos se disputaban un mismo territorio y decidieron celebrar una competencia estival cuyo triunfador tenía derecho al uso del territorio por un año, y el vencido debía cumplir un tributo. Es así como anualmente comenzaron a celebrarse los Juegos Intertribus. De esta forma, la competencia deportiva evitó la confrontación.

Dante Benedetich señala que “la colonia retomó esta tradición” y que cada colono que ingresa “es bautizado dentro de una tribu, a la que pertenece y por la cual compite cada verano, buscando exaltar valores de lealtad y juego limpio, disfrutando del placer de jugar más allá de los resultados”. Entre la amistad y la pertenencia los descendientes modernos de los Chomeraguas y los Cacahates compiten cada verano en los Juegos Intertribus donde el Paraná es la pileta y la Pampa húmeda, la canchita de fútbol.

—¿Qué otros valores se ponen en juego en una situación de educación no formal como en las colonias de vacaciones?

—Estimulamos la solidaridad, el compañerismo, el respeto y el esfuerzo individual y del grupo para alcanzar las metas. También la disciplina, porque hay que tener en cuenta que el juego es un excelente campo de aprendizaje y su valor educativo también se construye a partir de las reglas que son necesarias para poder llevarlas a cabo. De esta manera, los niños incorporan la dinámica de las reglas las cuales pueden aplicar a su vida cotidiana.

El profesor Carlos Díaz Marchant señala en su obra Por una escuela cariñosa, que los valores son como un impulso al desarrollo educativo y una herramienta necesaria para fortalecer las competencias para aplicarlas en algún momento de la vida. En este sentido, es importante que las instituciones de educación no formal, aun las centradas en el juego como las colonias de vacaciones, tengan en cuenta que trabajan con valores que constituyen la base transversal de la educación de una sociedad.

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