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DEL BÚNKER AL DELIVERY

Clan de Caracú: capo del noroeste

La detención de un joven de 21 años con algunas flores de marihuana puso la lupa otra vez sobre un pesado que hegemoniza sectores de Ludueña y Empalme con bocas de expendio frente a las cuales hubo al menos tres homicidios.


El nieto de Caracú, considerado como el primer cocinero con laboratorio clandestino propio de cocaína en Rosario, fue detenido el pasado jueves cuando estaba abocado al delivery de estupefacientes en la zona noroeste. El muchacho de 21 años es hijo de un transero al que investigadores señalan como regente del búnker de drogas donde el sindicado homicida de Kevin Aguirre, ultimado en febrero pasado, buscó refugio tras la ejecución.

Unos días atrás, el personal de la Delegación Rosario de la Policía Federal comenzó una investigación sobre un joven que se dedicaba a hacer delivery de estupefacientes en zona noroeste, en jurisdicción de la seccional 12ª. El muchacho, cuya familia tiene una relación de más de una década con el narcotráfico, recibía los pedidos por teléfono y repartía la droga en auto, según la pesquisa.

Fue en ese marco que, en la tarde del jueves pasado, los federales detuvieron a Jeremías A., de 21 años y apodado Jere, quien estaba en compañía de su pareja Jaquelina T., de 20 y embarazada de 8 meses. El sospechoso estaba a bordo de un Volkswagen cuando tuvo que detener la marcha en la esquina de Larrea y Gorriti. Los detectives realizaron una requisa e incautaron dentro del auto cinco bolsas con cogollos (flores) de marihuana, alrededor de 2 mil pesos en efectivo y tres celulares. En ese sentido, la pareja quedó detenida a disposición de la Justicia federal por infracción a la ley 23.737 que pena el tráfico y comercialización de estupefacientes.

Búnkers del noroeste

Si bien fueron algunos pocos cientos los gramos incautados, la trascendencia de la detención de Jeremías está en el clan delictivo del que forma parte: su padre Diente y su abuelo Caracú, quienes están desde hace una década y media sindicados por investigadores como referentes de la venta de estupefacientes en la zona noroeste.

Caracú, como lo conocen a Miguel Ángel A., empezó a sonar a principios de siglo entre los pesquisas como uno de los narcos que manejaba los búnkers de este sector de la ciudad, siempre a salvo de la Justicia federal. Lo ubican como enemigo íntimo de otros pesados de Empalme Graneros, Ludueña y Larrea, como los luego asesinados Ariel “Gitano” Luraschi y Roberto “Tuerto Boli” Padilla. Para la época del crimen del primero de ellos, 2008, uno de los jefes de Drogas Peligrosas provincial fue relevado tras ser fotografiado por la Dirección de Asuntos Internos en plena charla con Caracú y una allegada al Tuerto Boli, quien por entonces ya había caído como dueño de la primera cocina de cocaína desbaratada en Rosario y quien sería asesinado al salir con transitorias, en diciembre de 2012.

Uno de los hijos de Caracú, apodado Diente, apareció nombrado en las crónicas por sus vínculos con la barra brava de Rosario Central y como regente del búnker donde fue ultimado Rolando Mansilla, un chico de 12 años. El niño custodiaba armado un punto de venta de drogas de Magallanes al 300 bis desde la terraza, donde se calentaba con un brasero una helada noche de junio de 2015, cuando le dispararon desde la calle. El vendedor era su hermano de 10 años, encerrado desde afuera en la fortificación. Rolando alcanzó a repeler el fuego, pero murió de un tiro en la cabeza.

Antes, en septiembre de 2012, los vecinos de Felipe Moré y Humberto Primero pusieron contexto al homicidio de Javier Alegre, de 25 años, en ese lugar: fue ultimado a tiros por un soldadito del búnker que ya entonces le atribuían a Caracú, dijeron.

Esta misma dirección volvió a sonar la noche del 9 de febrero pasado, cuando asesinaron de un disparo a Kevin Nicolás Aguirre, de 16 años, al pasar por esa esquina en una moto con su primo Micha. Unas horas después, a la medianoche, allegados a la víctima fatal incendiaron el búnker que está a 50 metros por Humberto Primero. Es que los testigos sindicaron que los agresores Alan L. –cuñado de Jeremías A. y a la vez yerno de Diente–, junto con un tal Huesito, eran soldaditos de esa boca de expendio y tras disparar contra los primos se escondieron en ese lugar.

Dos días más tarde, cuando la caravana se dirigía al cementerio La Piedad para darle el último adiós al adolescente, hubo una brutal represión de las fuerzas policiales cuando intentaron detener al principal testigo del homicidio, Micha, quien terminó con un tiro de un arma reglamentaria en el pie. La pesquisa indicó que le secuestraron una pistola calibre 22 a este joven, a quien sindicaron como el autor de detonaciones que se habían escuchado minutos antes.

Al lunes siguiente, Gustavo A., otro hijo de Caracú, fue detenido en un allanamiento en su casa de Ecuador al 500 bis, uno de los tres domicilios donde buscaron al asesino de Kevin. En ese lugar encontraron una pistola 9 milímetros compatible con la utilizada por el asesino de Aguirre. Tres días después, Gustavo quedó desligado de la causa por el crimen de Kevin, pero le imputaron tenencia de arma de guerra en una audiencia imputativa donde el juez dispuso su libertad.

Alan L., de 22 años, se entregó el 20 de febrero y fue imputado por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación ilegítima de arma de guerra.

La banda del joyero Popea

Caracú y su hijo Gustavo fueron detenidos en mayo de 2013 en el marco de la causa Otoño Blanco, cuando la Justicia federal hizo 23 allanamientos en seis ciudades santafesinas. Sin embargo, fueron liberados con falta de mérito, igual que un remisero. La investigación desarticuló una banda narco liderada por el joyero condenado por estafas Leonardo Popea, quien terminó sentenciado hace una semana a ocho años de cárcel en juicio abreviado.

La mano derecha era Marcela “Colorada” Villalba, quien era la distribuidora con su hermano Diego, mientras que la logística era función del ex policía Sergio Abecasis en su calidad de cocinero, rol que se acreditó en su detención, en su casa de Manuel Ugarte al 700, en barrio Tango. El trío recibió en el mismo proceso 6 años y 8 meses de cárcel. Otras ocho personas fueron penadas con seis años, entre ellas una hermana de Marcela y Diego. Los allanamientos se habían producido en el oeste y noroeste de Rosario y Villa Gobernador Gálvez, Granadero Baigorria, Cañada de Gómez, Correa y Coronda. En total fueron secuestrados 29 kilos de cocaína, 3,6 de marihuana, cien kilos de sustancias de corte y 57 litros de precursores químicos.

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