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Cien años de negacionismo del genocidio contra el pueblo armenio

En el Museo de la Memoria, mañana a partir de las 19, se inaugurará lo que se dio en llamar Contenidos del Espacio Permanente sobre el Genocidio contra el Pueblo Armenio.


En el Museo de la Memoria, mañana a partir de las 19, se inaugurará lo que se dio en llamar Contenidos del Espacio Permanente sobre el Genocidio contra el Pueblo Armenio. Se trata de la cristalización de un proceso de investigación que comenzó en 2007, a partir de una aproximación académica a los estudios sobre la historia del pueblo armenio y su genocidio. El texto que sigue forma parte de esta inauguración y surge de una revista digital de la Cátedra Armenia de la UNR:

El Estado Turco Otomano llevó a cabo un plan sistemático de exterminio dirigido contra el pueblo Armenio. Entre 1915 y 1923, asesinaron a más de 1.500.000 armenios, usurparon el 80 % de sus territorios y confiscaron todos sus bienes. El 95 % de la milenaria cultura armenia fue destruida; nos referimos a 2.600 iglesias, 1.500 colegios, 66 ciudades y 25 aldeas.

A fines de 1800 el imperio otomano estaba desmembrado y dividido, y fue llamado “el enfermo de Europa” por Pedro el Grande. Anatolia, también conocida como Asia menor (actual Turquía), fue el  último refugio de los dirigentes del imperio.

En los primeros años del siglo XX, un grupo de intelectuales turcos que vivía en París comenzó a reunirse bajo el nombre de Comité para la Unión y el Progreso (CUP), propugnando la destitución del sultán Abdul Hamid II y la instauración de un nuevo régimen. Hasta la revolución de 1908, la escena política estaba dominada por ideas otomanistas, pero lentamente se impuso una tercera vía, el ultranacionalismo turco o turquismo.

Con la  intención de salvar al imperio en 1908 ese grupo, que asumió la denominación de Jóvenes Turcos, dio un golpe de Estado y se apoderó del gobierno implantando un régimen nacionalista extremo.

En 1909, organizaron, con finalidad ejemplificadora, una matanza en la ciudad de Adana, sobre las costas del Golfo de Alejandreta, en la que aniquilaron a 30 mil armenios. Esto le permitió al gobierno comprobar que en caso de lanzar una política de exterminio no se produciría ninguna reacción en contra por parte de las grandes potencias. Terminado el experimento se celebraron congresos secretos anuales en la ciudad de Salónica, de los que participaron intelectuales, religiosos, militares de alto grado y políticos. En esos congresos se elaboró “el plan”, se distribuyeron funciones y se designaron responsabilidades para la puesta en marcha del genocidio.

Primera Guerra Mundial

Las grandes empresas alemanas apoyaban la participación de Turquía en la guerra porque estaban interesadas en la prolongación del ferrocarril Berlín-Bagdad hasta el Golfo Pérsico, con el objetivo de neutralizar la penetración británica en el estratégico puerto de Basora. Además, ya se conocían las virtudes económicas y financieras que poseía el petróleo en el lugar que luego sería el yacimiento de Mosul.

En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, en la que Turquía participó del bloque formado por Alemania, Austria-Hungría y Bulgaria. A partir de ese momento el gobierno ultranacionalista de los Jóvenes Turcos, encabezados por Mehmet Taalat, ministro del Interior,  Ismail Enver Pasha, ministro de Guerra, y Ahmed Djemal, ministro de Marina, reafirmó la esencia del imperio no sobre una base multiétnica como lo había proclamado en un principio, sino por la “unión sagrada de la raza turca”, comprendiendo a todos los pueblos de esa lengua desde el Ural hasta Asia Central. Dicha “unión sagrada” y la hegemonía de esa raza turca, conocida como “panturquismo”, se fueron imponiendo. Se aplicó la censura general en las comunicaciones y transporte, el poder turco creció, se decretó el alistamiento en masa para los hombres de entre 20 y 45 años. Luego sigue el desarme y la inhabilitación a los armenios, mientras que el gobierno distribuye armas a los turcos.

El aniquilamiento

El 24 de abril de 1915 se ordena  el arresto y decapitación de la elite armenia, empezando por Estambul y repitiéndose en todas las provincias; estas órdenes provenían de listas que circulaban y fueron sistematizadas, en ellas se encontraban todos los nombres de los hombres. En cuestión de dos semanas, tanto intelectuales como religiosos fueron destruidos.  Como en el caso del escritor Krikor Zoharab, un liberal de izquierda, ateo y muy crítico de la iglesia, y el del Obispo de Malatía, Mikael Khachadourian, un conservador y devoto, ambos arrestados y asesinados. Dos hombres que nada tenían en común excepto  “ser armenios”.

Deportación y expropiación

En mayo de 1915 Talaat Pasha ordenó la deportación completa de la población armenia; esta orden fue publicada, anunciada por afiches y pregoneros públicos; en la actualidad se puede encontrar en los archivos otomanos.

Entre mayo y noviembre de ese año Pasha emitió 4 decretos que fueron llamados “leyes”. Creó la Comisión de la propiedad abandonada, organizada para apropiarse de la economía armenia; con la decisión de que todas las propiedades fueran oficialmente transferidas al gobierno turco.

En 1916 la expropiación estaba casi terminada: granjas y miles de fábricas, negocios, talleres, casas, todo lo que se pueda imaginar, fue confiscado. Sistematizaron las tareas de inventariar, apropiarse y reasignar los bienes armenios  a la burguesía turca.

Actualmente en Turquía los productores de avellanas ganaron 2.500 millones de dólares por la exportación de 192.151 toneladas de este fruto entre 2014 y 2015, según datos de la Asociación de Exportadores de Avellanas y Productos del Mar Negro, que figura en el libro Confiscation and Destruction: The Young Turk Seizure of Armenian Property, del autor Ugur ÜngÖr, sociólogo e historiador de origen turco, donde analiza el proceso de confiscación de los bienes de los armenios durante el genocidio y sus implicancias en la conformación de la burguesía turca; en él revela que la mayoría de los productores  de avellanas en el imperio otomano eran armenios.

En el Genocidio contra el Pueblo Armenio el Estado turco no sólo arrasó con la población armenia vaciando pueblos y ciudades sino que fue una de las mayores transferencias de propiedad privada de la historia moderna, cuyo sustento ideológico era crear un Estado con una “economía nacional” sin importarles el costo.

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