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De contra

Confesiones de un periodista: Espósito, de canallas y leprosos

El árbitro internacional dirigió dos partidos clave en el camino a la consagración de los equipos de Zof y Yudica.


Nuestra labor en el Decano de la Prensa Argentina nos permitía acceder a lugares y estar presentes en reuniones que eran muy secretas. Pero ser representante de ese medio nos abría puertas que en esos momentos estaban vedadas para los demás colegas.

Mediodía en el sur (capítulo 1)

La tarea era estar al lado del plantel canalla para contar toda la intimidad en la previa. Por eso nos instalamos el viernes 1° de mayo de 1987 en un hotel céntrico de Buenos Aires y observamos atentamente todos los movimientos de la concentración.

Don Ángel ya tenía el equipo: Lanari; Hernán Díaz, Cuffaro Russo, Bauza y Pedernera; Palma, Cornaglia y Gasparini; Escudero, Lanzidei y Galloni.

Central llegaba con dos puntos de ventaja sobre su eterno rival Newell’s e Independiente. Vesco, nervioso, caminaba y repetía “si se me escapa este título no vuelvo a Rosario. Lo juro”. En la fecha anterior el Canalla superó a Unión 2 a 1 (Galloni y Lanzidei) y los Leprosos dejaron casi todas sus ilusiones en Córdoba ante Instituto.

Nos despertamos bien temprano ese sábado 2. La tensión crecía y los hinchas que llegaban desde Rosario en asombrosa cantidad vestían la casaca azul y amarilla.

Al mediodía almorzamos con el plantel y los principales directivos en un comedor cercano al hotel. Vesco, otra vez el escribano, se levantaba constantemente para ir al baño. Nos llamó la atención y le preguntamos qué ocurría: “Estoy descompuesto, tenía todo acordado con los dirigentes de Temperley para asegurar el empate porque nosotros también apuntamos al triunfo de River sobre Platense. Con esos resultados el que desciende es el Calamar. Me llamó el presidente de Temperley y me dijo que se cayó el arreglo. Llegó una plata fuerte de quienes pelean con nosotros el campeonato y los futbolistas que no cobran hace varios meses van a ir al frente con todo”. Se alejaba unos metros y regresaba: “Lo único que nos puede salvar es Espósito”.

A la hora indicada todos nos subimos al micro que nos trasladaba rumbo al sur. Los únicos “extraños”, el intendente Horacio Usandizaga y el jefe de policía, Deolindo Pérez.

Tarde de gloria en el sur (capítulo 2)

El partido era muy tenso. El árbitro Espósito expulsó a Aguilar a los 24 minutos por una patada a Gasparini. Sin embargo, los dirigidos por Rodolfo Motta parecían los 300 espartanos de Leónidas y arrollaban a un Central que no encontraba el rumbo. A los 44, Ricardo Dabrowski enfriaba los gritos canallas con su gol. River le estaba ganando a Platense y Newell’s aplastaba a Italiano en el Parque.

En el segundo tiempo, Motta se hizo el desvanecido y se retiró de la cancha entre aplausos y vítores. Sin embargo, en pocos minutos cambió la historia. Gambier ponía de pie a Platense y Espósito sancionaba a los 17 un penal de Ruiz ante el centro de Escudero. Sólo él lo vio. Estupor… un largo silencio y el estallido canalla y los insultos del Gasolero. Ejecutó Palma y convirtió. Empate y título.

Temperley seguía empujando y Lanari se convirtió en figura. Hasta que llegó el pitazo final. La locura de la vuelta olímpica. En el Monumental, Platense barría a River y luego en un desempate histórico por penales mandó al descenso a Temperley.

En Rosario, un Indio Solari caliente lanzó aquella frase famosa: “Son todos pechos fríos”, refiriéndose a los simpatizantes rojinegros. Otra perlita de esta historia.

Noche de furia en Santa Fe (capítulo 1)

Por la 26ª fecha, el 5 de marzo de 1988, Newell’s (Scoponi; Basualdo, Theiler, Pautasso y Sensini; Rossi, Llop, Martino, Alfaro; Dezotti y Almirón) visitaba el siempre difícil estadio 17 abril del Tatengue.

La campaña de los conducidos por Yudica era impecable y se perfilaba como candidato seguro. Había dejado atrás la primera rueda donde el Racing de Basile parecía firme candidato. A tal punto que en la segunda rueda, el equipo de José apenas perdió un sólo encuentro y alcanzó un invicto de 17 partidos, recibiendo solamente dos goles en su estadio durante dicha racha. Logró coronarse el 21 de mayo de 1988, tras superar a Independiente por 6-1 en el Parque.

A los 15 minutos, penal para el Rojinegro y Passet le ahoga el grito de gol a Pautasso. La popular visitante explotaba de fanáticos. Mayor cantidad de la permitida. Por ese lateral se movía Jorge “Chiquilín” García, quien constantemente hacía ademanes dibujando con sus dedos la camiseta auriazul.

García era fanático de Central. Había arrancado en Arroyito y ese 2 de mayo del 87 estuvo en el palco alentando con fiereza a su querido club.

A los 36, el marcador de punta fue a ejecutar un lateral y cayó el primer proyectil. El árbitro, Carlos Espósito, se acercó corriendo mientras el Chiquilín (con el objeto en la mano) discutía con los rivales. La furia rojinegra no se detuvo y un nuevo piedrazo impactó en la frente del árbitro (arriba del ojo derecho) quien cayó desplomado en el terreno, cubierto de sangre.

Fueron instantes de confusión. Retiraron en camilla al longilíneo internacional y en la boca del vestuario estábamos nosotros junto a Luis Boselli, secretario de Newell’s. Al observar el estado en que se encontraba le puntualizamos a Luis: “Están al horno. Le sacan los puntos”. Muy tranquilo, el hombre de la pipa respondió: “Este año no se nos escapa el campeonato. Te lo garantizo”.

Y así fue. Más allá de las virtudes de ese equipo, los dirigentes hicieron lo suyo.

Día de fiesta en Santa Fe (capítulo 2)

Aquél partido suspendido el 5 de marzo de 1988 en definitiva se reanudó el 7 de abril y con goles de Martino y Abel Balbo, la Lepra liquidó el pleito ante Unión.

¿Por qué se jugó? Recuerde lo que nos decía Boselli mientras retiraban en camilla a Espósito. “Este año no se nos escapa”. Los dirigentes, con el apoyo de videos y una fuerte presión sobre el árbitro, lograron que en el informe diga que “el proyectil golpeó casualmente en su frente e iba dirigido al provocador Jorge José García, quien desde hacía tiempo venía cargando a los simpatizantes visitantes”. El tribunal disciplinario sancionó duramente a García e hizo continuar el cotejo.

Fuimos testigos privilegiados de la historia. Hechos clave en la vida de los equipos de nuestra ciudad. Y un mismo protagonista excluyente: Carlos Espósito. Mis conclusiones las tengo claras. ¿Usted qué piensa?

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