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Carlota ¿la reina del Plata?

La historiadora Marcela Ternavasio aborda la historia de una de las infantas más mentadas en la historiografía argentina, desde una perspectiva política y social, con la intención de develar sus intrigas para instalar una monarquía en el Río de la Plata.


HISTORIA

Candidata a la corona. La infanta Carlota Joaquina en el laberinto de las revoluciones hispanoamericanas

Marcela Ternavasio. Siglo XXI, 288 páginas

“Presentada como una mujer ambiciosa, conspiradora y dueña de un carácter audaz y temerario, sus intervenciones públicas han despertado siempre un interés particular”, afirma Marcela Ternavasio en la introducción de su libro Candidata a la corona. La infanta Carlota Joaquina en el laberinto de las revoluciones americanas, que aborda desde una perspectiva política y social la historia de la mujer que intrigó para forjar una monarquía en el Río de la Plata. Napoleón Bonaparte ocupó España y Portugal, obligó a abdicar a Carlos IV y encarceló a su hijo Fernando VI. Desde hacía tiempo Carlota Joaquina vivía en Lisboa y era parte de la Corte portuguesa, la misma que debió huir hacia Río de Janeiro. La historia es apasionante y la historiografía de la Revolución de Mayo se ocupó muy poco de ella, porque el personaje envuelve en una sombra a algunos próceres que apostaron a su proyecto monárquico y entre ellos se encuentra nada menos que Manuel Belgrano. Sin embargo, Ternavasio aceptó el desafío desde un nuevo enfoque que no se detiene en los avatares que provocó su personalidad y no traza las líneas de una biografía convencional sino que analiza las redes que tejió la infanta y el trasfondo político de la época, clave para lo que muchos años más tarde será la Argentina.

—¿Por qué elegiste hacer la historia de Carlota Joaquina?

—Es una historia larga porque la investigación comenzó sin tener previsto que me iba a dedicar a este tema y a este personaje. Mientras exploraba otros temas –que pertenecían al mismo período– recorría los archivos y siempre encontraba materiales y fuentes que referían a la princesa Carlota Joaquina, a sus planes e intervenciones políticas, a las disputas que desataba en diversos frentes. A pesar de no estar segura de que me iba a dedicar a estudiar sistemáticamente tales planes y disputas, fui recogiendo todo ese material y madurando, de a poco, la idea de escribir un libro.

—¿Cómo maduró esa idea?

—Como en los últimos años me dediqué a investigar sobre los procesos revolucionarios en Hispanoamérica, especialmente en el Río de la Plata, a medida que avanzaba en mi investigación descubría que Carlota había tenido mucha más incidencia en ellos que la que le asignaba tradicionalmente la historiografía. Me fui entusiasmando entonces con la idea de reconstruir los distintos escenarios en los que intervino la infanta con sus proyectos de coronarse regente, virreina o reina entre 1808 y 1814, en la coyuntura en la que el rey Fernando VII, hermano de Carlota, y parte de su familia (incluidos los padres) quedaron cautivos en Bayona por orden de Napoleón Bonaparte. Mirar las revoluciones desde la lente de Carlota me dio la posibilidad de explorar en simultáneo las diferentes escalas geográficas que recorrieron sus planes en toda América Hispana, Brasil y Europa, y la incidencia que tuvieron. Las redes de relaciones diplomáticas son muy ricas en este sentido, y por ello la investigación me llevó varios años al recorrer archivos europeos y americanos.

—¿Cómo abordaste el pasado de una persona llena de intrigas desde una nueva perspectiva?

—El personaje de Carlota es realmente muy pero muy interesante, tanto por el carácter impetuoso que poseía y por las desafiantes actitudes que –como mujer– exhibía en el mundo de las cortes monárquicas de entonces, como por los avatares que le tocó transitar. Sólo basta decir que fue enviada a los diez años de edad a Lisboa para contraer matrimonio con quien luego se convirtió en rey de Portugal; que nunca pudo regresar a España –la tierra que la vio nacer y en la que su padre y luego su hermano fueron coronados como monarcas; que en 1807 debió huir de los ejércitos napoleónicos con toda la Corte rumbo a Brasil –la colonia lusa más importante– y residir en tierra carioca hasta su regreso a Portugal en 1821; que una vez allí fue confinada a un palacio en varias oportunidades por liderar el partido absolutista hasta su muerte en 1830. Sobre su figura se han trazado leyendas “negras” y “doradas” desde el siglo XIX, que luego se trasladaron a géneros divulgativos bajo diversos formatos: libros, películas, novelas radiales o televisivas vespertinas. Por esta razón no es fácil lidiar con un personaje de esta naturaleza para hacer un estudio profesional de investigación académica. Y el desafío fue precisamente ese: explorar a través de muy diversas fuentes –sobre todo el género epistolar– las tramas de poder que se construyeron alrededor de su figura. No intenté hacer con ella una biografía sino, como dije, colocarla como observatorio central de las revoluciones hispanoamericanas.

—¿Qué fue la “máscara de Fernando VII” y en qué grado eran revolucionarios e independentistas los protagonistas de Mayo?

—El recurso de la “máscara” fue habitual desde el siglo XIX para trazar explicaciones en torno de un aspecto peculiar de nuestras revoluciones, a saber: que ellas no nacieron con un objetivo independentista sino que las independencias fueron un punto de llegada y no de partida. La “máscara”, entonces, sirvió para tratar de ocultar historiográficamente todo aquello que no se ajustara a las versiones heroicas sobre los líderes revolucionarios. El hecho de que Belgrano, Castelli, los hermanos Rodríguez Peña, Vieytes, y muchos otros, hayan apoyado calurosamente la alternativa de coronar a Carlota en Buenos Aires (al menos entre 1808 y 1810) resultó (y sigue para algunos resultando) incómodo. Por eso se apeló muchas veces a decir que bajo la “máscara” de lealtad, ya sea hacia Carlota o hacia Fernando VII, se ocultaban los verdaderos objetivos independentistas de estos personajes. En suma, con esta figura se trató siempre de silenciar las diferentes alternativas que abrió la crisis de la monarquía española en 1808, entre las cuales estaba el carlotismo y en donde la opción de la independencia era, al menos en 1810, muy minoritaria.

—¿En qué quedó el Carlotismo?

—El carlotismo fue mutando en ese período como opción para unos, como un mal menor para otros, y como algo tremendamente peligroso para la mayoría (tanto en América como en Europa). No obstante, los planes de Carlota supieron cultivar adhesiones a ambos lados del Atlántico, y a reconstruir esas tramas está dedicado el libro. Luego de 1814, sus sueños de ser coronada se desvanecieron con la restauración monárquica en España. No obstante, la princesa nunca abandonó su voluntad de intervenir en las altas esferas de la política y por ello terminó sus días encerrada en el palacio de Queluz, a pesar de haber logrado coronar a su hijo dilecto como monarca absoluto de Portugal.

 

 

Interrogantes que surgían para gobernar la Revolución

Al designar la Primera Junta de gobierno, al que posteriormente se llamó patrio, los rioplatenses avanzaron en un terreno movedizo y se adentraron en una vertiginosa experiencia que, de buscar dar una salida al conflicto de gobierno del Imperio español, terminó seis años más tarde en la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. ¿En qué pensaron esos hombres que intentaron conducir una crisis política y terminaron conformando un nuevo país? ¿Qué alternativas de gobierno barajaron al tomar las riendas de la administración pública del caído Virreinato del Río de la Plata? ¿Qué problemas nuevos debieron resolver? Estas y otras cuestiones aborda Marcela Ternavasio en su libro Gobernar la Revolución. Poderes en disputa en el Río de la Plata, 1810-1816, que aborda la cuestión política de la Revolución de Mayo y sus posteriores formaciones políticas que culminaron, mucho tiempo más tarde, en la conformación de la República Argentina. Con este trabajo, con La revolución del voto, y también en la colección Historia y Cultura, la historiadora rosarina analiza las distintas vertientes políticas y sociales de la primera mitad del siglo XIX en la actual Argentina. Particularmente, en Gobernar la Revolución se analizan las perspectivas de gobierno y las que se pusieron en discusión para organizar y distribuir el poder. En ese sentido, Ternavasio, profesora de la Universidad Nacional de Rosario y doctora de la Universidad de Buenos Aires, examina los límites del accionar en un escenario poblado por cuerpos, instituciones y poderes de diversa naturaleza, y también por grupos y facciones políticas cambiantes.

 

 

 

 

 

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