Ciudad

La mayoría contratan mujeres

Call centers, precarización total

Desde Empleados de Comercio revelaron que en la ciudad existen unas “ocho o nueve” empresas de este rubro con alrededor de 6 mil trabajadores. Tienen un denominador común: maltrato al personal y nulo apego a las leyes laborales.


Los “ocho o nueve” call centers de la ciudad tienen aproximadamente unos seis mil empleados, en los cuales la mayoría son mujeres y en general las condiciones de trabajo son malas y distan de cumplir lo establecido por los convenios de trabajo, según informaron desde la Asociación de Empleados de Comercio. Además, indicaron desde el gremio, los trabajadores suelen sufrir actos de discriminación “con ensañamiento” hacia las mujeres, por ejemplo cuando quedan embarazadas, y se trata de empresas formadas por sociedades en las cuales es muy complicado conocer quiénes son sus auténticos dueños.

En este marco, el sindicato realizó ayer una protesta en la puerta de Easy Call, en Sarmiento al 700, para pedir por la reincorporación de una trabajadora despedida con malos tratos incluidos, persecución sindical y amenazas.

“En este call center hay unos mil compañeros, después hay otro, de la misma empresa, que emplea a otros mil trabajadores y tienen otra con 600 o 700 más, o sea que estamos hablando de unos 2.700 empleados de los mismos dueños usando razones sociales distintas. En Rosario hay unas seis mil personas que trabajan en unos ocho o nueve call centers”, contó Juan Gómez, secretario gremial de Empleados de Comercio.

Cabe recordar que a principios del mes pasado hubo una protesta similar en otro local de esas características en Dorrego al 1.000. Habían despedido a una joven que acababa de ser elegida delegada: después de la protesta con corte de calle incluido, la empresa decidió reincorporarla.

“Tuvimos una serie de audiencias en el Ministerio de Trabajo ya que desde hace un tiempo venimos exigiendo la restitución de una compañera que fue despedida por su condición de afiliada al gremio. Esto es algo muy común en los call centers: cuando los trabajadores cumplen el año de trabajo los despiden. También se registran despidos de compañeras que quedan embarazadas, hay una política de discriminación muy grande. También tenemos el caso de tres compañeros que trabajan en el depósito y fueron despedidos sin causa alguna”, añadió.

El dirigente gremial contó a El Ciudadano que las condiciones de trabajo en esos lugares suelen ser “en general insalubres y las empresas se encargan de hacerlo todo complicado”.

“Tienen jefes que están todo el día atosigándolos. El 60 por ciento de los empleados son mujeres, en su mayoría jóvenes, hay muchos casos de madres solteras que tienen que soportar tratos que distan de ser buenos”, indicó.

“La mayoría de las empresas son de capitales nacionales, el problema es que no se sabe quiénes son los dueños porque en casi todos los casos tienen nombre de fantasía, cambian de domicilio constantemente, se mudan a otras provincias y cuestiones así. Dejan en claro que están lejos de querer cumplir con las obligaciones legales que tiene cualquier emprendimiento comercial de estas características”, destacó.

Por último, Gómez añadió que al sindicato le resulta particularmente complicado buscar un interlocutor válido del lado de las patronales para poder dirimir los distintos conflictos que van apareciendo.

“Sentarnos a dialogar con ellos suele ser bastante complicado ya que los dueños no aparecen nunca y dejan como voceros a jefes o encargados que no pueden ni tienen el poder para resolver nada. Esta situación se da en la mayoría de las ciudades del país, lo que podemos decir con orgullo es que Rosario es la única ciudad que logró tener delegados de los trabajadores, lo que es un avance grandísimo para cuidar y mejorar las condiciones de trabajo de quienes se desempeñan en esos lugares”, concluyó.

“Te amenazan y te hostigan hasta que renuncies”

Empleados del call center que funciona en Sarmiento al 700 realizaron ayer una manifestación en la calle por el despido de una compañera de trabajo. Esta protesta sirvió para hacer públicas denuncias de persecución sindical, maltrato y amenazas por parte de los empleadores.

Vanesa Murúa tiene 26 años y afirmó que fue despedida “después de diez meses de afiliada” a Empleados de Comercio, y que la “echaron sin causa, con excusas”. Sostuvo que la jefa de personal de Easy Call y las gerentes acosan laboralmente a los trabajadores.

“Me despidieron a principios de enero. Me llegó un telegrama de despido sin causa, y a los pocos días nos enteramos de que el despido real era por persecución sindical. Me iba a postular a elecciones para ser delegada de la firma Easy Call. Hicimos los reclamos a través del Ministerio de Trabajo, y se negaban a reincorporarme. Por lo tanto, no puedo ejercer mi derecho a ser delegada”, detalló la joven, quien fue reincorporada luego de una negociación de los referentes de Empleados de Comercio con los titulares de la empresa.

“Hace dos años todos estábamos anotados como pasantes; por el sindicato logramos que nos efectivizaran. La semana pasada despidieron a cuatro mujeres embarazadas. Los supervisores gritan todo el día que hay que vender, que no servimos para nada, y a los que tienen hijos los amenazan con que no se olviden de su situación. Queremos que esto se termine, que nos dejen de maltratar, que respeten los derechos de los trabajadores. Si las delegadas quieren hablar con la encargada de recursos humanos, se esconden debajo del escritorio, literalmente, es una vergüenza”, añadió Vanesa.

En tanto, Noelia Sánchez tiene 26 años, es una de las delegadas de Easy Call y asegura que mensualmente echan a entre 30 y 50 personas, y el maltrato es constante de parte de los supervisores. “Te hostigan hasta que renuncies. Te amenazan con que si no se vende y no se llega al objetivo mensual, te echan. No te dejan ir al baño, no te dan los días correspondientes de estudio. No reconocen horas extra, y al que no se queda haciéndolas lo amenazan con despedirlo”, contó.

La joven aseguró que hay 1.500 empleados en Easy Call, unos 800 empleados por turno, y muchos ni siquiera llegan a cumplir el período de prueba porque los echan antes.

“A las compañeras que están embarazadas, que saben que no las pueden echar porque notificaron su condición, las obligan a renunciar. Las aíslan, las persiguen, las maltratan, la hacen venir a trabajar hasta con pérdidas. Todos los días hay filas de hasta 30 personas para capacitarse. Todos los días entra gente nueva. Te usan y te descartan. Queremos que no vuelva a pasar”, detalló Noelia.

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