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Beppo Levi: el inolvidable padre de la matemática en Rosario

A 37 años de su muerte, será reconocido hoy en el Cementerio Israelita, donde se colocará una lápida restaurada.


La Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario realizarán un homenaje mancomunado en reconocimiento a Beppo Levi por su aporte científico y enseñanzas a 53 años de su fallecimiento. Intervienen, además, la Asociación Israelita de Beneficencia Kehilá de Rosario, la Asociación Cultural Dante Alighieri, la Fundación Italia y el Instituto Superior Iset Nº 25 “Beppo Levi” Pto. Gral San Martín. Hoy, a las 11 horas, se colocará la lápida restaurada en la tumba de Beppo Levi en el viejo Cementerio Israelita.

Quién fue Beppo Levi

Era el cuarto de diez hijos de un matrimonio de origen judío, nacido en Turín, el 14 de Mayo de 1875. De niño tuvo algunos inconvenientes de salud que le condicionaron su crecimiento normal. De baja estatura, pero con tenacidad y talento, se doctoró en matemáticas a los 21 años.

Al poco tiempo de graduado fallece su padre y hace frente al sostenimiento de la familia. En los 15 años siguientes a su graduación, por la primera década del Siglo XX, Beppo Levi ya figuraba como matemático reconocido con aportes que repercutieron años después: como la Conjetura de Ogg que se puso de moda por los ?60, la que había sido planteada por Beppo Levi treinta años antes y debería ser llamada Conjetura de Beppo Levi. Otro tanto ocurrió con el conocido Axioma de Elección, al que se suele llamar Postulado de Zermelo.

Fue un matemático reconocido en el mundo con una producción fuera de lo común.

Después de desempeñarse en las Universidades de Cagliari y de Parma, llegó a la Universidad de Bologna donde se constituyó en una autoridad respetada y consultada por todo el mundo. La Revista Matemática que aún sigue vigente, el Bolletino dalla Unione Matemática Italiana, lo tuvo como uno de sus principales editores.

Cuando Musolini promulgara las leyes racistas, debió resignar su cargo de docente en la Universidad de Bologna, al que había accedido por méritos propios. Como no podía despegarse del mundo académico y universitario, seguía concurriendo a la biblioteca de la Universidad, produciendo con el mismo entusiasmo de siempre; hasta que un día el portero le negó su acceso.

Levi en Rosario

Juan Carlos Vignaud, matemático argentino, sostenía con Levi una comunicación epistolar a propósito de un trabajo que había mandado a publicar al Bolletino, del que Levi era su editor. En ese intercambio, Levi le contó las vicisitudes por las que atravesaba y Vignaud, después de consultar con Cortéz Plá, Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Agrimensura e Ingeniería de Rosario, se deciden invitarlo.

Por ese entonces nuestro país carecía de verdaderos institutos de investigación. Crearon no sólo el Departamento de Matemáticas que hoy lleva su nombre sino que armaron una biblioteca, de acuerdo al pedido expreso de Levi para situarla a la altura de las bibliotecas de las casa de estudios del mundo desarrollado; además crearon el Instituto para formar investigadores y producir trabajos científicos. Al ofrecimiento, Beppo Levi contestó afirmativamente.

Llegó al país con su familia; su esposa, Albina y sus tres hijos; el varón, Giulio, biólogo se había ido a vivir a Palestina, a la región de lo que sería luego el Estado de Israel; sus dos hijas estaba separadas entre sí por seis años, una, Laura, la mayor, fue física y falleció ya grande hace pocos años; la menor, Emilia, arquitecta y artista plástica, vive. Tiene 93 años. La gente del ISET Beppo Levi de Puerto San Martín tomó contacto con ella. Como tiene dos hijos viviendo en el exterior, en este momento está con uno de ellos en Canadá.

Prometió venir una vez que llegue al país, a fines de Septiembre.

En un primer momento daba cursos sólo para docentes; además de enseñarles el oficio de investigador. Se ocupaba de todos los detalles: desde cómo platear hipótesis de trabajo hasta trasladarse a Santa Fe, donde funcionaba la imprenta de la Universidad Nacional del Litoral, para enseñarles a los tipógrafos la particular simbología de las matemáticas modernas. Un hombre ya sexagenario que demostraba una notable vitalidad.

Con el transcurrir del tiempo comenzó a dar clases a los alumnos de grado, a los que impartía dos materias: Análisis Matemática II y Mecánica Racional. Pedro Marangunic cuenta que Beppo Levi puso en práctica una modalidad inusual para la época. En ese tiempo, para tomar exámenes se usaba un bolillero. Levi lo dejaba de lado. Le daba una tiza al alumno y le pedía que desarrollara el tema en el que se sintiera más cómodo. Y, así, lo iba llevando por la materia. Sostenía ante sus pares que convendría tomar exámenes, pidiéndoles a los alumnos que en lugar de responder preguntas las hicieran; con la forma de plantear interrogantes sería mucho más fácil descubrir el conocimiento al que los alumnos habían accedido.

“Al terminar la Segunda Guerra Mundial, se abrió para Beppo Levi la posibilidad de regresar a Italia, ya que los profesores que habían sido separados de sus cargos debido a las leyes raciales, fueron invitados a reintegrarse” sostiene su hija Laura en su libro,

“Beppo Levi. Italia y Argentina en la vida de un matemático”. Y, a renglón seguido, afirma: “en julio de 1947, comunicó formalmente a la Universidad de Bolonia, su decisión de permanecer en Argentina”.

Si bien Beppo Levi arguyó que a los 72 años se aproximaba la edad de retirarse, existió según Laura Levi, una “razón subyacente. “Para él no hubiera sido fácil abandonar el instituto de Matemática tanto por razones afectivas como por considerar su deber moral mantener vivo lo que había creado y de lo cual se sentía parte integrante”.

Su condición física lo hacía distinguible a la distancia. “Su pequeñez era marcada. Llevaba siempre un portafolio muy grande y hasta, dicen, tenía que hacer un esfuerzo extra para subir el cordón de la vereda con tan grande portafolio. Tomaba un tranvía, el número 6 que cubría el trayecto de Rosario Norte con Av. Pellegrini hasta calle Necochea y más de una vez viajaba “colgado” del estribo. En más de una ocasión debieron ayudarlo a subir al tranvía”, apunta Marangunic quien sostiene que Beppo
Levi fue, sin dudas, “el padre de la matemática en Rosario”.

Tenía 64 años cuando vino a la Argentina y fallece a los 86 años. “Un detalle”, se apresura a aclarar Marangunic: “20 días antes de su deceso, renuncia a su cargo exponiéndoles a las autoridades entre los motivos de su dimisión que sentía que ya las fuerzas comenzaban a abandonarlo. Pocos días después fallece”.

Luis Santaló, el español discípulo de Beppo

En pleno Siglo XX, entre las dos grandes guerras, Europa era un espacio geográfico donde se debatían los autoritarismos. Eran los años en los que el Nazismo, el fascismo y el comunismo “expulsaban”, desentendiéndose de sus talentos. En España, el franquismo, expulsa a un jovencito catalán quien luchó en la guerra civil del lado de la república, Luis Santaló. Cortéz Plá lo trae a Rosario como Sub Director del Instituto de Matemática para que trabaje con Beppo Levi. Santaló cuando vino tenía 28 años y doce trabajos científicos publicados y en el medio estuvo en la guerra civil española.

Este catalán que se sentía orgullosamente “rosarino”, desarrollo un concepto matemático que 20 años después fue tomado para desarrollar la Tomografía Axial Computada. La que surge de una idea matemática creado entre otros lugares, en Rosario. Una teoría que Santaló ayudó a crear por la primera mitad de la década del 40; y que consistía en reconstruir información tridimensional en base a información que tenemos sobre rectas. A esa idea había que implementarla, pero la electrónica no estaba tan avanzada en ese tiempo y no se encontraba en condiciones de representarla. A fines de los años 70, cuando ocurre el desarrollo de la electrónica, recién puede diseñarse el primer tomógrafo.

La matemática tuvo que esperar alrededor de treinta y cinco años. Santaló, el segundo de Beppo Levi, puso en Rosario, un ladrillo a esa idea.

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