Espectáculos

Bennasar y Gandini reversionan a Kurt Weill

Un mundo mejor es posible. La cantante María Sol Bennasar y la pianista Patricia Gandini presentan “Youkali: Un recital de canciones de Kurt Weill”, una obra músico-teatral con la que buscan interpelar al público para, entre todos, repensar el mundo actual. Basado en la concepción estética de Bertolt Brecht, la apuesta local se verá el viernes 3 y viernes10 en la Subsede.


El dúo formado por la cantante María Sol Bennasar y la pianista Patricia Gandini reestrenará este viernes 3, a las 22, en la Subsede (Entre Ríos y San Lorenzo) un espectáculo músico-teatral titulado “Youkali: Un recital de canciones de Kurt Weill”. Con la obra, que repetirá función el próximo sábado en el mismo horario y lugar, las artistas apuestan a interpelar al público para, entre todos, repensar el mundo actual.
De formación clásica y acreditado desarrollo en la música y la docencia, Bennasar y Gandini comenzaron hace dos años a explorar nuevos repertorios y formas de darlos a conocer. Así nació este espectáculo que tuvo su debut en 2014 y, ahora, con renovadas energías y mayor desarrollo escénico, vuelve a apostar por la concepción estética de Bertolt Brecht y Kurt Weill para mostrar un compendio de canciones que dialogan, desde su teatralidad y puesta en escena, con el lenguaje del cabaret.
“Youkali actualiza el sueño por un mundo mejor”, anticipan las protagonistas de esta apuesta local que, además de Bennasar y Gandini, conforman Yerutí García Arocena (puesta en escena) y Julieta López (fotografía y video).
En esta obra existe un montaje de pasado, presente y futuro donde la prostituta, el mendigo, el rufián y el policía emergen denunciando las miserias de un mundo que sigue girando en torno al dinero. Pero no deja de tener un mensaje esperanzador porque, según contó Gandini a El Ciudadano: “Youkali, que es la última canción del recital, habla de un país donde todo es felicidad, donde todo es placer, donde no hay discriminación, donde la felicidad puede ser posible”.
—¿Qué les sedujo de la obra de Kurt Weill?
—Nos pareció muy importante su obra porque es un compositor alemán nacido en entreguerras que fue perseguido por los nazis porque era judío y marxista. Se exilió en Francia donde empezó a trabajar estas canciones con una impronta de denuncia social muy fuerte y contra el capitalismo en plena Revolución Industrial. A través de sus canciones Weill expresa el sentimiento y papel que cumplió la mujer en ese momento. Por ejemplo, la mujer que iba a las fábricas a trabajar, era mano de obra barata y por las noches estaba en el cabaret. También hizo una dupla con Bertolt Brecht –muchas de las canciones que hacemos tienen letra de él– trabajando, desde la vanguardia de los años 30, toda una tradición que reaviva el cabaret berlinés y parisino y de los suburbios. Es un poco la voz de los marginados que no podían denunciar lo que estaba pasando porque todo giraba en torno al dinero. Todo eso trata de plasmar en sus canciones.
—¿Hay una actualización de aquellos mensajes que ustedes quieren expresar como propios con esta elección?
—Los textos y personajes que se encarnan no están tan alejados de la actualidad porque aparece la mujer maltratada, abandonada y golpeada, la mujer con dificultades económicas. Pero por otro lado no deja de tener un mensaje esperanzador porque, justamente “Youkali, que es la última canción del recital, habla de un país donde todo es felicidad, donde todo es placer, donde no hay discriminación, donde la felicidad puede ser posible.
—¿Cómo trabajan la puesta en escena desde el montaje y la iluminación?
—La puesta es prácticamente al despojo; es solamente una mesa de bar, una silla. Pero sí hacemos un fuerte trabajo en la iluminación: que dé luz donde hay penumbra, y podamos expresarnos con la luz ambiental del espacio, que sea todo oscuridad y los rostros se iluminen desde una lamparita a querosén. El eje de la escenografía es el trabajo con la luz.
—Tenés una formación y práctica operística, ¿algo de eso se traslada a esta obra?
—Absolutamente. Porque muchas de estas canciones parten de óperas de Weill. Él compuso muchas: la primera es la de Dos centavos que tuvo mucha repercusión en Europa. Tiene mucho que ver con la cuestión operística más allá de que son canciones con una connotación camarística.
—¿En qué sentido camarísticas?
—En que están escritas para piano y voz pero con un sentido muy íntimo y cuidado, no como la ópera donde aparecen grandes orquestas y mucho sonido. La experiencia que tenemos de hacer repertorio lírico nos ayudó a lograrlo.
—Se suelen presentar en grandes coliseos como El Círculo un espacio característico de este tipo de propuestas. ¿Cómo es llevarlo a un espacio alternativo como un bar?
—A mitad del año pasado presentamos esta obra en la Biblioteca Argentina pero no con el trabajo escénico que tiene ahora. El público que fue pensaba que iba a ver ópera y quedó muy impresionado al descubrir lo que hicimos. El trabajo de Brecht, con su teatro épico, es de increpar al público y no dejarlo satisfecho o contento. Busca provocarlo todo el tiempo. Nosotras tratamos de ser fieles a esta estética y ahondamos en los textos, sobretodo en las cuestiones expresivas que no son iguales a la música lírica ortodoxa. Todo el trabajo corporal de María Sol y lo sonoro del piano está preparado para increpar al público. Y el público queda shockeado porque no está preparado para eso. Nosotras suponemos que llevarlo a un lugar como La Sede donde está abierto a otro tipo de propuestas será absolutamente positivo.

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