Espectáculos

Beatriz Sarlo sorprende con “Viajes. De la Amazonia a las Malvinas”

Este martes a las 19 la escritora presentará su libro en HomoSapiens, acompañada por Alberto Giordano. Sarlo revisita sus viajes de juventud por la América Mágica y su percepción de la vida en las Malvinas en momentos del referéndum de 2012.


Filósofa, ensayista, pensadora y docente. Beatriz Sarlo sorprende con su nuevo libro “Viajes. De la Amazonia a las Malvinas”, que será presentado por la autora este martes a las 19, en la librería Homo sapiens (Sarmiento 835), junto al escritor local y amigo de la escritora, Alberto Giordano.

En “Viajes”, Sarlo deja el análisis de la situación política y social, los personajes de la escena política o los proyectos de gobierno, y nos ofrece un relato de sus crónicas de viajes de juventud, internándose en las entrañas de Latinoamérica en una época de gestación revolucionaria. Esos viajes de juventud de los ‘60 y ‘70 son rescatados del olvido y tienen su correlato con un posterior viaje que la escritora realizó en función periodística a las Islas Malvinas, en momentos del referéndum de 2012.

— ¿Escribir las crónicas de viajes surge como una necesidad?

—Fueron dos casualidades las que produjeron el libro. Una fue hace como diez años, cuando una de las personas que integraba ese grupo de gente muy joven que viajaba por toda América Latina, empezó a mandarme desde Chile una serie de fotografías digitalizadas. Las fotos me extrañaron y por supuesto que recordaba dónde habían sido tomadas, en la Amazonia peruana, en Brasilia, en una mina boliviana, en la puna jujeña, pero las dejé de lado. Y hace tres años, durante una travesía que hice con una amiga en el Famatina, yo le comenté una excursión que había hecho años antes, por la selva de la Amazonia peruana que es la selva verdadera, un lugar como si fuera gelatinoso y en perpetua palpitación, y le conté que allí habíamos encontrado una aldea de pueblos originarios donde nos quedamos una semana con ellos, sin hablar la lengua de ellos ni ellos el español. Cuando le describo esa situación a mi amiga, ella me dice que recién terminaba de leer un libro de antropología y que pensaba que se trataba de una etnia jíbara. Entonces dije, qué suerte que no lo supimos, porque la palabra jíbara por ignorancia, nos despierta una serie de ecos, como las cabezas reducidas en tiempos de guerras. Al comprobar que efectivamente se trataba de una etnia que está pegada en el mapa a la zona donde nosotros estuvimos, ahí se dispara el libro, ahí si yo me doy cuenta que tengo un material que había que reconocer y revisitar.

—Usted analiza los saltos de programa que se presentan en los viajes y toma un último viaje, casi como un sistema con los viajes de juventud, que es ir a las Islas Malvinas en 2012, después de haber sido opositora a la invasión que se produjo al final de la dictadura. ¿Fue otro salto de programa?

—Yo le pedí al editor del diario con el que colaboraba que me mandara a cubrir el referéndum de Malvinas y al día siguiente estaba saliendo, sin planificar nada. En lugar de alojarme en el hotel de los periodistas quise ir a una casa de familia porque tenía la fantasía de relacionarme con chicos, con adolescentes, y en el intercambio afiebrado de mail de dos noches supe que esa casa donde iba era el camino porque podía ver la vida cotidiana de una familia de las islas y cuando llegué, las chicas no fueron el puente de comunicación, porque si bien la gente de Stanley y los papás de la familia fueron amables, quienes mostraron el trauma de la guerra fueron las chicas, ellas que habían nacido cuando se produjo la guerra, y no hubo manera de comenzar una conversación que incluyera la palabra “Buenos Aires”, a tal punto que yo había llevado un disco de Spinetta para ellas, y volvió al continente, dentro de mi mochila, sentó que si se los entregaba podía generar un momento de tensión, porque el drama de la guerra estaba ahí.

La presentación del libro se realiza con entrada libre y gratuita.

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