En Cullen al 1100 bis sonaron los disparos en la noche de este miércoles, y si bien las balaceras son un dato cotidiano en Rosario, esta incluye un dato singular: el blanco fue el domicilio y el cuerpo de Miguel Albornoz, conocido como Caracú Albornoz, de 74 años. Era el padre y el abuelo de dos de las víctimas del triple crimen perpetrado en Génova y Cabral, también en barrio Empalme Graneros, en febrero pasado. Y cumple prisión domiciliaria en una causa por narcotráfico tramitada por la Justicia Federal.
Fuentes policiales informaron que el ataque fue alrededor de las 22, y que el objetivo estaba claro. Señalaron, en base a las primeras averiguaciones, que un hombre vestido de oscuro y con casco de motociclista golpeó el portón de la vivienda de Caracú y lo llamó por su nombre. Cuando Albornoz atendió, el atacante le disparó.
La víctima está fuera de peligro, pero recibió al menos dos impactos de bala en la pierna derecha. Los tiros fueron más: la policía encontró en la vereda siete vainas servidas calibre 9 milímetros.
Los testigos entrevistados por los investigadores coincidieron en señalar que el agresor escapó tras los disparos con un compañero que lo esperaba en una moto.
Un antecedente trágico y feroz
Caracú Albornoz era padre de Christopher Nahuel Albornoz, asesinado el 16 de febrero del año pasado junto a su pareja, Florencia Naomi Corvalán, y la pequeña hija de ambos, Chelsi, quien no alcanzó a cumplir los dos años y, según la investigación, fue asesinada en el piso. Las tres víctimas circulaban en una moto cuando sus ejecutores se les acercaron desde un auto y les dispararon. La pequeña no fue alcanzada por los primeros tiros y cayó al pavimento. Gatillaron contra ella tras matar a sus padres.
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El abuelo de Chelsi y padre de Christopher había sido detenido por personal de la ex Policía de Investigaciones (PDI) y de Gendarmería el 17 de abril de 2019 bajo sospecha de integrar una organización dedicada a la producción y venta de droga, que gerenciaba con una cocina para la fabricación de estupefacientes y varios kioscos en la zona noroeste. Particularmente, en los barrios Empalme Graneros y Ludueña.
Lo apresaron al cabo de 17 allanamientos ordenados en el marco de una investigación centrada en la llamada “banda de Caracú”. La policía y la fuerza federal secuestraron en esos procedimientos medio kilo de marihuana y el mismo peso en cocaína. Hubo 10 detenidos. Además de Caracú, terminó apresado su otro hijo Gustavo. Los procesamientos fueron dictados por el juez federal Carlos Vera Barros bajo la carátula de tenencia de drogas con fines de comercialización.
A diez meses de su detención, Caracú sufrió la trágica pérdida violenta de otro hijo, Christopher, de 21 años, de su nuera y de su nieta. Como hizo en referencia a la causa que lo mantiene en prisión domiciliaria, negó que ese triple crimen estuviera relacionado con una actividad delictiva.
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“No tengo nada que ver, mi hijo era una excelente persona. No sé por qué ponen esas cosas. Pregunte en el barrio. Soy servicial con todos los vecinos. Soy buena persona”, le insistió un día después de los asesinatos al periodista Maximiliano Raimondi, quien lo entrevistó en su humilde vivienda en la zona más pobre de Empalme Graneros, baleada este miércoles.
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