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Avanza la causa Guerrieri II

Ayer declararon dos testigos ante el TOF 1 de Rosario. Carlos Novillo dio detalles sobre el secuestro de su hermano desaparecido, Jorge. Sebastián Álvarez, hijo de Raquel Negro, habló de su detención en la quinta de Funes cuando era niño.


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Dos testigos declararon ayer ante el Tribunal Oral Federal 1 (TOF1) de Rosario en el juicio oral y público por la causa Guerrieri II en la que están imputados doce militares y personal civil de inteligencia, y se ventilan los casos de veintisiete víctimas de delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura.

Carlos Novillo, víctima directa del terrorismo de Estado y hermano del desaparecido Jorge Novillo, contó al tribunal los pormenores del secuestro en la casa de este último, en la que también fue detenido un tercer hermano llamado Alejandro.

Relató que habían llegado a Rosario el 28 de febrero de 1977 desde la localidad santafesina de Venado Tuerto junto a su padre, para ayudar a Novillo a hacer una mudanza, cuando fueron sorprendidos por un operativo “de fuerzas conjuntas”. “Eran varias personas, algunas con uniforme policial. Decían: «Agarramos a los hermanos Novillo»”, relató.

“Nos suben a un auto, a mí a un auto chico, tipo (Fiat) 128”, precisó, para luego relatar el periplo hasta llegar al centro clandestino de detenciones conocido como La Calamita, en la afueras de Rosario.

Su hermano Jorge militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), había ingresado a Montoneros, “y había pasado a la clandestinidad porque lo perseguía la Triple A”, contó Carlos Novillo a los jueces entrerrianos Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros, integrantes del TOF1 de Rosario.

Novillo reconoció por sus nombres de guerra a dos de los represores que actuaron en el centro clandestino: “Sebastián” (Jorge Fariña) y “Puma” (Ariel Porra). “En un momento cuando pasa Sebastián le pregunto qué iba a pasar con nosotros, y nos dice: «Su padre puede estar contento, de tres les devolvemos dos»”. Alejandro y Carlos Novillo fueron dejados en libertad “14 o 15 días” después de su secuestro.

Luego declaró como testigo Sebastián Álvarez, hijo de los desaparecidos Raquel Negro y Marcelino Álvarez. Contó que fue secuestrado el 2 de enero de 1977 en Mar del Plata cuando estaba junto a Tulio Valenzuela, la pareja de su madre.

“A mi padre (Marcelino) Álvarez lo secuestran en noviembre del 76. Son esos casos que se lo chupó la tierra, lo secuestran en Rosario; a lo mejor los imputados saben (dónde está)”, detalló Sebastián.

Agregó que junto a su madre Raquel Negro –que estaba embarazada de mellizos– y a Valenzuela “nos llevan a (la Quinta de) Funes, estoy detenido tres o cuatro días, me entregan a mis abuelos maternos”.

Después se refirió al encuentro con su media hermana, Sabrina Gullino, que nació en cautiverio en el hospital Militar de Paraná, donde fue trasladada Raquel Negro para dar a luz, y recuperó su identidad en 2008 tras ser dada en adopción.

Luego estableció una diferencia entre el imputado Eduardo Costanzo (ex Personal Civil del Batallón de Inteligencia 121 de Rosario), que aportó datos para hallar cuerpos de desaparecidos, y el jefe de ese organismo durante la dictadura, Pascual Guerrieri. “Si bien integró la patota y fue condenado, tuvo un gesto. No sé cuál es el móvil que lo anima”, señaló en relación a Costanzo.

“No es lo mismo él que Gue-rrieri. Guerrieri es un cobarde, siempre amplía la indagatoria y hace apología del terrorismo de Estado. Que diga qué hizo con los compañeros, con mi hermano. Qué hizo con todos los asesinatos que cometieron”, concluyó Sebastián Álvarez.

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