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Aute: “El azar es más sabio que nosotros”

El cantautor español Luis Eduardo Aute describió los “azarosos” motivos que lo llevaron a proyectar un encuentro imaginario con el niño que fue, introspección que dio vida a su disco “El niño que miraba el mar” y al film “El niño y el basilisco”. Este lunes se presenta en Buenos Aires.


“Soy un curioso indisciplinado”, se describe Luis Eduardo Aute. Cantante, compositor, dibujante, pintor, realizador audiovisual y enemigo acérrimo del concepto de disciplina: “En el arte no hay disciplina, todo lo contrario. Llamar disciplina a los diversos modos de expresar en el arte no me parece acertado, no es disciplina sino en todo caso lo contrario, indisciplina. No tengo horarios, los motivos aparecen cuando ellos quieren. Lo que he ido aprendiendo a lo largo del tiempo es que siempre hay otro autor de todo esto que es el azar. Hay que contar con él para trabajar juntos. El azar es mucho más sabio que nosotros, hay que estar muy sensible a sus luces y sombras”, dijo.
Y sin duda, fue el azar el que se hizo presente aquel verano de 2010 en Cuba, cuando nació el concepto de su último disco El niño que miraba el mar y el film de animación El niño y el basilisco. “Estaba paseando con mi mujer y mis hijos por el Malecón, cuando a mi hija Laura se le ocurrió que nos hiciéramos unas fotos «turísticas». Tras mirarlas en la pantalla del móvil me ví en una de ellas sentado en el bordillo del malecón, mirando el mar. Me recordó otra fotografía que me hizo mi padre casi desde el mismo ángulo en 1945 en el malecón de Manila, ciudad donde nací. Ante esa casualidad, le pedí a mi hija que me volviera a hacer otra desde la misma perspectiva de la foto que me había hecho mi padre”, relató el artista español a El Ciudadano de cara a la presentación de esos materiales en la ciudad, un show que tras ser suspendido nunca se concretó pero que esta noche podrá disfrutarse en el Teatro Coliseo de Buenos Aires.
En su estudio de pintura mientras retomaba obras que, según confesó, había abandonado hacía tiempo, el compositor desandó en una extensa charla telefónica el recorrido de su disco y película, materiales que no son más que un encuentro con la niñez y la relación con uno mismo.
—Este disco surge de la similitud entre una foto que te tomó tu hija y una que te había sacado tu padre cuando eras niño ¿Qué fibras movilizó esa “casualidad” y dio vida a este material?
—Sobre todo surge de lo inquietante de la imagen. Cuando le enseñé a mi hija la fotografía que me hizo mi padre, me la pidió y entre ella y mi hijo hicieron el montaje de mi yo y mi otro yo pequeño, con una vida de por medio. Esa imagen me resultó muy inquietante. De sólo pensar que uno pudiera tener la capacidad de encontrarse con uno mismo siendo un niño y charlar con él, preguntarle un montón de cosas. Supongo que el niño también preguntaría a si mismo de mayor algunas cosas. Me despertó esa curiosidad.
—¿Cómo fue ese buceo por tu niñez, tu vida?
—La verdad es que no sé bien como fue. En la película desarrollo un poco los resultados de esa conversación. La imagen que el niño ve de si mismo de adulto es más bien una imagen monstruosa, creo que el niño, yo mismo, si me veo de adulto pensaría ¡que horror, ese no soy yo!. Tal vez mirando a los ojos del niño intentaría bucear en su mirada para ver qué queda de él en mi mirada después de toda una vida. En la película hay un encuentro imaginario que es posible como una circunstancia anecdótica pero importante. El Basilisco es un monstruo mitológico que mata con la mirada y en algunas interpretaciones dicen que cuando llora, llora lágrimas de sangre. En el encuentro el Basilisco intenta matar al niño, de eso se trata la vida de alguna forma, vamos matando al niño para poder sobrevivir en esta jungla. Pero como en la pupila del niño se refleja también el monstruo, cuando intenta matarlo, el rayo se refleja y se anulan y al no poder matar al niño el Basilisco hecha una lágrima de fuego al agua, el mar se incendia y los dos tienen que salvarse, el niño entonces se monta sobre el monstruo y va por los aires intentando domesticar al monstruo e intentando alcanzar el horizonte de alguna manera. Después espero que cada uno que vea la película haga su propia lectura de esas imágenes.
—Todos van a poder sentirse identificados con la muerte de su niño interior…
—Todos matamos al niño que fuimos, no hacemos más que asesinar todo aquello, no solamente que amamos, sino que nos ama sobre todo. De alguna manera, los que tenemos hijos y jugamos con ellos de pequeños, intentamos recuperar al niño que fuimos, nos convertimos en niños con los hijos y ese deseo de mantener vivo al niño queda más o menos camuflado pero ahí queda.
—¿En qué otros aspectos de tu vida sentís que intentas mantener vivo a ese niño?
—Creo que todos aquellos que nos dedicamos a ese juego de luces y sombras que es el arte, ya sean las palabras, la música o las imágenes, somos niños que no quieren crecer. Padecemos el síndrome de Peter Pan, jugando a crear mundos inverosímiles y a fabricar sueños. Los artistas, los poetas, los pintores; los poetas escriben cada vez con mayor limpieza, son poemas muy limpios y muy blancos los que escriben, los pintores también suelen sintetizar lo aprendido y volver a una mirada infantil. Hay una necesidad de volver a tener la mirada del niño que fuimos y seguir jugando, seguir destripando el osito de peluche para ver qué es lo que hay dentro.
—¿Cómo fue el momento de plasmar toda esa vivencia en un disco y la película?
—Entré en un estado de ánimo muy fuerte. Salía una canción, otra, después salió la película y más canciones, porque una canción llamaba a la otra. Fueron cinco o seis meses de entrega absoluta a ese estado de ánimo. Todas las canciones y la película son muestras de un estado de ánimo concreto. Son conversaciones conmigo mismo en voz baja. La película también se fue desarrollando de forma automática. No tenía ningún guión previo. Empecé con un dibujo que era la fotografía en la que estaba yo adulto y niño pero visto de frente porque en las fotografías estamos de espaldas. Tuve ganas de hacer un dibujo viéndome de frente en los dos estadios. A partir de ahí vino la historia, si se puede llamar historia. Los elementos fueron apareciendo sin buscarlos. Fueron concatenándose unos detrás de otros.  El disco está armado de una forma muy casera, prácticamente todo grabado en mi casa, en realidad en casa de un músico que tiene un pequeño estudio cruzando la calle. La película está hecha aquí en casa con mi hijo. Es un trabajo casero en el que he intentado utilizar la menor cantidad de elementos posibles. He intentado que fueran lo más sencillos posibles. Hace varios años intento ir cada vez más a lo más esencial. Eliminar todo aquello que no haga falta. Comunicar de la forma más directa posible con lo más esencial.

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