Edición Impresa

Sociedad

Aprendizaje en los recreos

El valor del recreo como expresión del ocio que cumple un rol importante en el desarrollo educativo de los niños como expresión de esparcimiento fundamental en el proceso de enseñanza y como proceso formador en sí mismo.


El concepto de escuela remite a la educación; generalmente pensado desde programas de estudios, desarrollos pedagógicos, diseños curriculares, planificaciones, tareas, etc, difícilmente la definición de escuela esté asociada con la recreación, esparcimiento y juego. En este sentido, el recreo como expresión del ocio es la ruptura de lo cotidiano, pero también cumple un rol importante en el desarrollo educativo de los niños.

La automatización y la producción en serie de los conocimientos que muchas veces se imparten en la escuela y convierten al recreo en el lugar de lo espontáneo, lo libre, lo que se rige únicamente por las leyes de cada grupo en particular. Niños y niñas se someten a esas reglas con total libertad, generando un espacio de creatividad más allá de los condicionantes que se expresan en las aulas.

El juego es la expresión manifiesta del recreo. La psicóloga Ana Quiroga sostiene que “el juego como ficción significa un tomar distancia de la realidad cotidiana, una ruptura del ritmo de actividad práctica. Constituye un recinto cerrado, marginal, con una realidad propia que exige de quien entra en él un compromiso total, una entrega absoluta a la situación ficticia y un sometimiento completo a la arbitrariedad de sus normas”.

El recreo, como expresión de esparcimiento, es fundamental en el proceso de enseñanza, no sólo como lugar de relajación entre espacios curriculares, sino como proceso formador en sí mismo. Es el momento en que los alumnos desarrollan comportamientos y actitudes, que no necesariamente se expresan en el aula. Es un espacio distinto de socialización donde aprenden a interactuar en equipos, negociar, ceder y resolver conflictos entre pares.

La actividad física, la creatividad y la imaginación se expresan con fuerza en los espacios de juegos, por eso, los pedagogos le asignan al esparcimiento en la escuela un rol importante en función del desarrollo de la salud física y mental. No deja de ser un ensayo de la realidad donde se ponen en juego el espíritu competitivo, la planificación, estrategias, entrenamiento, habilidad y hasta la frustración.

Recreo y docentes

El recreo es una buena excusa para que los docentes puedan conocer actitudes y valores de sus alumnos, que habitualmente no se manifiestan en el aula. La calidad educativa también tiene que ver con estos espacios, que generalmente no son reconocidos como parte del proceso de enseñanza, pero que pueden aportar datos que ayuden a valorar a los estudiantes desde otra perspectiva que también es educativa.

De cualquier manera el juego no deja de ser un entretenimiento para los alumnos, y en ese sentido un espacio único. El licenciado Víctor Pavia sostiene que, “para muchos docentes, el juego cobra verdadero sentido en la escuela en la medida que se descubre como valioso recurso formativo, canalizador de aprendizajes múltiples. Sin embargo sus alumnos en ningún momento nos dicen que juegan para aprender o jugando aprenden algo. Por otro lado es interesante señalar, desde nuestros registros de campo, el hecho de que aún en el ambiente del patio los chicos no viven el conocimiento de un nuevo juego como un aprendizaje sino directamente como apropiación. Se adueñan del juego. El saber jugar, en el patio, está más involucrado con un grado de maestría o habilidad que con la incorporación de algún conocimiento abstracto. Salvo en el caso de las reglas, cuando no conocerlas es sinónimo de no saber jugar”.

Frente a esto algunos especialistas sostienen la necesidad de acompañar a los niños aún en espacios lúdicos. En tal sentido la psicopedagoga Luz María Pérez, sostiene que “los niños necesitan muchas veces del apoyo de los grandes: cuando están como muy entrampados, ellos estarían felices de recibir ayuda. En el recreo pasan cosas; por ejemplo, pueden encontrar un insecto, o hay un gato enfermo. Aquí los niños requerirán de información por lo que el rol del profesor no será sólo de mediador. La actitud es de acompañar lo que los niños están llevando adelante”.

Actividad física

La actividad física desplegada en los recreos ayuda a relajarse de la tarea puramente curricular. El descanso ofrece la posibilidad de que los niños eliminen energías para volver al salón “más frescos” y con ganas de emprender nuevamente las tareas pedagógicas.

Sin este espacio reparador las tareas escolares serían muy difíciles de desarrollar en el tiempo. En este sentido, el recreo es tan beneficioso para los alumnos como para los docentes, toda vez que permite una mayor atención a la clase.

Estrategias e infraestructura

Muchas escuelas primarias de nuestra ciudad elaboran estrategias para aplicar en los recreos. En este sentido, han sumado juegos de mesas, metegoles y hasta marcas en los pisos del patio con rayuelas y otros juegos colectivos. Algunas escuelas, con experiencias más avanzadas, han creado bandas escolares que tocan música en los recreos. Si bien la mayoría de estas actividades apuntan a bajar la violencia en el juego, no dejan de ser prácticas que favorecen el desarrollo personal, las habilidades y el trabajo en grupo.

La infraestructura escolar suele atentar contra las posibilidades de despliegue físico de los estudiantes, la reducción de los espacios o el confinamiento a sectores “menos peligrosos” y a la “vista de los docentes”, han reducido notablemente los movimientos de los alumnos. El tiempo destinado a los recreos es otro de los factores que atentan contra la necesidad de un lapso prudencial de relajación. Los niños de muchas escuelas de nuestra ciudad deben salir al recreo en forma rotativa, debido al poco espacio con que cuentan para albergar a todos los grupos a la vez.

El juego como derecho

Además de todos los beneficios del recreo como desarrollo físico y mental de los niños, el esparcimiento, el ocio y el juego están garantizados como derechos de niños y niñas. En este sentido, el licienciado Adolfo Corbera sostiene: “Garantizando el juego en la escuela garantizamos un derecho fundamental contemplado en la convención universal sobre los derechos del niño/a. Ver el juego como derecho permite ampliar la visión sesgada que la educación le adjudica al juego y, de esa manera, el juego pasa a ser algo a analizar y deja de ser una herramienta que sirve para cumplir con los objetivos que la educación considera más importantes. Un objetivo educativo debería ser el de garantizar el derecho de los niños y niñas a jugar. Los recreos son los espacios curriculares ideales para trabajar en el cumplimiento del derecho al juego. Los debates institucionales tienen la obligación de contemplar en la agenda cómo garantizar este derecho”.

Comentarios