Ciudad

Paro de mujer

“Antes no podías decir que eras feminista en los barrios”

La escritora y precursora del movimiento Irene Ocampo analizó el porqué del aumento en la participación de las mujeres.


“Hoy no es necesario sumarse a una organización para marchar y expresarse”, contó a El Ciudadano la escritora y activista lesbofeminista Irene Ocampo, una de las pioneras del movimiento de mujeres y lesbianas en Rosario. Con un recorrido de más de 20 años de militancia de género, Ocampo opinó que el movimiento de mujeres tomó masividad en los últimos dos años. Principalmente por el aumento de los hechos de violencia y la falta de respuesta desde el Estado. La activista habló de un efecto contagio en casos de violencia porque los medios de comunicación no tienen una perspectiva de género. La desigualdad en el trabajo, la legalidad del aborto libre y gratuito, y la regulación del trabajo sexual son las principales luchas que la activista consideró que aún están pendientes.

De lo virtual al cuerpo y la calle

“En los últimos dos años, los hechos de violencia y la consigna Ni Una Menos provocaron un activismo virtual. No quedó ahí. La participación de nuevas agrupaciones confluyó en movilizaciones más masivas que antes. Hoy hay otra forma de tomar la calle. Hay más libertad de expresión. Eso se vio con el Tetazo o las pintadas en la calle en el Encuentro Nacional de Mujeres”, señaló la escritora.

Ocampo comenzó a militar en la década del 90 junto con un grupo de amigas de diversas organizaciones sociales. “Me interesaba tener una visión más feminista de las cosas y poner la voz del lesbofeminismo (de mujeres lesbianas) que era difícil de encontrar en Rosario. Me tocó ser una especia de pionera”, recordó Ocampo y sumó que el término feminista era casi una ofensa. “Las compañeras no podían hablar de feminismo en los barrios. Te decían que no las llames feministas, que no las relaciones con «esas locas». Ahora se autodenominan así sin ningún problema”, agregó Ocampo.

La escritora comentó que las movilizaciones por el Día Internacional de la Mujer comenzaron hace unos 10 años. Antes, sólo se conmemoraba con algunas actividades organizadas por el municipio y algunas agrupaciones. “Las primeras marchas fueron organizadas por mujeres de la multisectorial de mujeres de Rosario y militantes de izquierda. Eran tímidas y con poca convocatoria”, describió Ocampo, lejos de lo que se pudo ver desde 2015 con movilizaciones multitudinarias. Son la continuidad de un movimiento que fue creciendo y ganando espacios de lucha con el correr de los años.

“Hay un mayor interés por las problemáticas de la mujer en el trabajo, en la convivencia y en la calle. Eso habla de otras necesidades: de tomar el espacio público. Las últimas manifestaciones, como el Tetazo, hablan de una participación no sólo en espacios públicos o virtuales sino que transforma el empoderamiento en cotidiano”, aseguró quien desde hace 17 años es una de las coordinadoras la Red Informativa de Mujeres de Argentina. El sitio web dedicado al intercambio de información sobre género nació como una cadena de correos electrónicos entre mujeres.

Efecto contagio

Para Ocampo la masificación de las movilizaciones, el auge de los debates virtuales, las convocatorias espontáneas y una creciente participación de mujeres en el movimiento feminista son las respuestas sociales ante el recrudecimiento de la violencia machista. “El Ni Una Menos vino porque hay víctimas más jóvenes, más brutalmente asesinadas y más medios de comunicación que las convirtieron en noticia. La falta de respuesta llevó a una mayor participación”, señaló Ocampo.

Según la escritora, el aumento de femicidios está relacionado con el tratamiento que los medios periodísticos hacen de los hechos de violencia. “Les falta una perspectiva de género para contar los casos. Las formas en que tratan la violencia generan una especie de contagio. Hay que informar los hechos, pero los detalles y el morbo sirven para las empresas mediáticas. A nosotras no nos favorece”, sostuvo Ocampo. Para ella, el brindar los pormenores de un caso de violencia puede ser tomado como una conducta a imitar por alguna persona. “Ese cambio en la forma de contar los hechos es un paso a dar, incluso desde el colectivo Ni Una Menos”, agregó.

Pendientes

En la lista de pendientes están las respuestas del sistema judicial y las desigualdades laborales. “No se toman las pruebas y las denuncias a las mujeres desde una perspectiva de género. Tampoco hay precauciones o se dan respuestas para cuidar a quienes están sufriendo. Hay muchas víctimas que se podrían haber salvado si tuviéramos un sistema más atento”, aseguró Ocampo.

Sobre lo laboral, apuntó: “Hay un debate pendiente. A partir del año pasado hubo una reivindicación con el paro de mujeres del 19 de octubre. Pudieron llevar la lucha al trabajo”, expresó Ocampo. La militante advirtió que el nuevo paro internacional de mujeres de hoy servirá para evaluar las diferentes estrategias de las organizaciones y conocer las posturas al respecto.

Aborto y trabajo sexual

Otra de las problemáticas que la feminista considera pendientes son el aborto libre y la regulación del trabajo sexual. Según Ocampo, faltan respuestas políticas. “Hay que bregar porque se mantenga vivo el debate, sobre todo porque la legalidad del aborto había generado adhesiones”, aseguró la activista.

En cuanto al debate sobre el trabajo sexual, la escritora reconoció que hay diversas posturas en el feminismo. “Desde antes del asesinato a Sandra Cabrera nuestra postura fue trabajar de forma cercana con las trabajadoras sexuales. En otras ciudades hay una visión abolicionista que no compartimos porque consideramos que se repiten las opresiones al interior del movimiento”, explicó Ocampo. “Algunos testimonios no son escuchados porque las acusan de prostitutas. Esa discriminación reproduce la opresión del sistema”, concluyó.

Recorrido

Como una de las precursoras del movimiento en la ciudad, Ocampo unió la profesión de escritora con el activismo militante. En 2005 creó junto con Gabby De Cicco el sello editorial lésbico feminista Hipólita Ediciones. “Hubo una gran producción en las primeras décadas feministas de parte de las lesbianas. Eso nutrió al sector más amplio y brotó en movimientos sobre identidad de género y las masculinidades de varones. Esas producciones fueron retroalimentándose y generando nuevos focos de acciones”, explicó la autora. “El feminismo es un movimiento social vivo, que entrecruza varias líneas y reivindicaciones. Tiene vigencia y vitalidad. Antes se había quedado en algunos sectores y ahora está flexible, móvil y amorfo”, sostuvo Ocampo. También aseguró que la perspectiva de género incluye a los hombres. “Con los varones se puede trabajar tanto en grupos mixtos como enfocados a una determinada problemática de un género. Hay que pensarse y repensarse para tomar las cuestiones y provocar un cambio de perspectiva”, concluyó Ocampo.

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