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Sociedad

ACV: 18 mil muertos por año

Desde el Ministerio de Salud, afirman de que cada 100 mil habitantes, 44,6 sufrieron un ataque cerebro vascular que les provocó la muerte. Cómo darse cuenta a tiempo para evitar factores de riesgo.


El accidente cerebro vascular (ACV), como el que dejó en coma al músico Gustavo Cerati durante cuatro años, causa 18.000 muertes por año y es la primera causa de discapacidad en el país. Según estadísticas del año 2012 aportadas por el Ministerio de Salud de la Nación, de cada 100.000 habitantes se logró determinar que 44,6 sufrió un ataque cerebro vascular que les provocó la muerte.

Ante esta enfermedad, que es la primera causa de invalidez en Argentina y causante de 18.000 muertes anuales, la cartera sanitaria recordó las recomendaciones para evitar los factores de riesgo.

“Cuando una persona reconocida atraviesa un delicado trance de salud, suele movilizar la preocupación de la sociedad sobre la importancia que los estilos de vida tienen sobre la salud de la gente”, dijo el ministro Juan Luis Manzur.

“Estas lamentables pérdidas deben empujarnos a tomar la decisión de cuidarnos individual y colectivamente, para no sufrir discapacidad y muertes evitables, sobre todo en personas jóvenes”, agregó Manzur, que pidió estar “muy alerta a síntomas, específicos de la enfermedad como adormecimiento de una parte del cuerpo y dificultades para hablar y comprender, para así poder realizar de manera temprana la atención médica”.

Marcelo Costilla, coordinador de la Unidad de Neurointensivismo del Hospital Posadas, dijo que hay que actuar lo antes posible ante síntomas como parálisis facial, pesadez en la lengua, hormigueo en las manos o en los pies. “Ante estos síntomas hay que ir sin dudar al hospital más cercano ya que las primeras cuatro horas y media a partir del ataque son fundamentales”, explicó Costilla, cuya área a cargo se ocupa de atender a los pacientes que llegan con estos síntomas y de la rehabilitación posterior.

En las guardias se observa que el 97 por ciento de los casos el ACV ocurre en personas mayores a los 45 años, por lo que encontrarse en la mediana edad no disminuye la posibilidad de padecerlo.

Costilla advirtió además que “a medida que pasan las horas, el daño neurológico es mayor, con riesgo de generar discapacidades en personas que se encuentran en plena actividad lo que trae grandes consecuencias para su vida y costos para el sistema de salud que debe hacerse cargo de la discapacidad”.

La adopción de hábitos saludables puede reducir los principales factores de riesgo de un ACV el tabaquismo, la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la obesidad, la ingesta elevada de alcohol y el consumo de drogas.

En las mujeres, el uso de anticonceptivos durante un período prolongado sin supervisión médica puede aumentar las posibilidades de tener un ACV.

“Ocho de cada diez accidentes cerebrovasculares se presentan en pacientes hipertensos. Si reducimos tres gramos el consumo de sal diario, evitaríamos en 2020 más de 100.000 ataques cerebrovasculares. Si a esto le sumamos otros hábitos saludables como dejar de fumar, realizar actividad física y controlar la presión arterial, se reducirían significativamente los riesgos de sufrir esta enfermedad”, afirmó Sebastián Laspiur, director de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud de Nación.

El ACV se produce cuando el flujo se sangre es obstruido; y existen dos tipos de ataque, el isquémico y el hemorrágico.

El 75 por ciento de los accidentes se producen por eventos de tipo isquémico y se dan ante la formación de coágulos de sangre en las arterias que nutren al cerebro o cuando un coágulo que se generó en otra parte del cuerpo se instala en el cerebro.

Los de tipo hemorrágico provocan sangrados en el interior del cerebro o las capas que lo rodean ante la rotura de un vaso sanguíneo.

Un ACV produce súbitamente algunos síntomas y la atención médica inmediata aumenta las posibilidades de recuperación, al tiempo que disminuye la probabilidad de secuelas.

Cada minuto transcurrido es crucial para prevenir los daños del ataque sobre la actividad motora del cuerpo, el lenguaje, la visión, la actividad psíquica y, en última instancia, la muerte.

Algunos de los síntomas que pueden presentarse se relacionan con el adormecimiento de una parte del cuerpo (la mitad de la cara, un brazo o una pierna); las dificultades para hablar y comprender; o la pérdida total o parcial de la visión.

También puede aparecer la dificultad para caminar o pérdidas del equilibrio y coordinación; o fuertes dolores de cabeza, más intensos que una migraña corriente.

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