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Reflexiones

Acertar el discurso: batalla final antes de las primarias

No es una casualidad: los dos spots de campaña más duros que se emiten sin descanso en estos días por televisión y radio son precisamente de los candidatos presidenciales que los sondeos ubican alejados de la pelea final.


No es una casualidad: los dos spots de campaña más duros que se emiten sin descanso en estos días por televisión y radio son precisamente de los candidatos presidenciales que los sondeos ubican alejados de la pelea final. Hay coincidencia en que el video de Ernesto Sanz que recopila las acusaciones al kirchnerismo y el de Sergio Massa sobre el “odio” en la sociedad son, hasta ahora, las piezas más críticas hacia el gobierno de Cristina de Kirchner dentro de la campaña.

Quienes tienen la pelea menos definida apuntan directamente arriba, hacia afuera y a la interna de cada acuerdo. Los demás miden movimientos, pero también pegan giros de discurso, extraños a tan pocos días de la elección. Esos ejercicios de reubicación que practican todos los candidatos, en muchos casos, quedarán para el registro futuro.

Algunos de ellos, incluso, recién tendrán impacto en la elección general y no sobre estas encuestas previas que son las Paso.

Sobreactuaciones

Algunos ejemplos: Sanz pide debatir y levanta el espíritu del votante radical con una posición crítica que no puede evitar, porque perdería apoyo dentro de su propio partido.

La batalla allí obliga, entonces, al discurso duro, pensando más en la supervivencia futura del radicalismo que preside que en el resultado de la elección. Los radicales, mientras tanto, piensan más en sus peleas locales que en la presidencial. Una muestra es Mendoza: Julio Cobos camina la provincia con más tranquilidad que Sanz, quien, por ser candidato presidencial, tuvo que dividirse en el país y paga con eso costos en su territorio.

Barba en remojo

Mauricio Macri, aunque por estas horas reciba propuestas alternativas, se jugó por otro camino haciéndole caso una vez más a Jaime Durán Barba, quien acumula tantos consejos al candidato a presidente que ya parece difícil que la historia lo pueda juzgar algún día por sus aciertos o sus errores.

Como sea, todos los candidatos presidenciales registran un récord en esta elección que en el futuro se deberá estudiar: llegan a último momento con cambios de discurso, técnica de campaña y estrategia, como pocas veces se había diagnosticado. Se escapa de ese escenario, quizá, Daniel Scioli, quien, montado en la certeza de que el argentino medio vota a ganador (la acumulación de hinchas de Boca y de River son el mejor test para eso) y sin necesidad de bajar al barro, hace una campaña sin moverse de esa línea y hasta ayudado por el nombre del frente con el que va a competir por la presidencial.

Ecos de confusión

No todos los giros son iguales. El macrismo defiende reacomodamientos recordando que la elección en la Capital Federal le demoró la campaña nacional. Debe sumarse a esa realidad que el acuerdo porteño ECO, sin Macri, y el Cambiemos nacional, con Macri, aportó algo a la confusión, a pesar de los esfuerzos de la ahora moderada Elisa Carrió, dirigente a la que el todavía jefe de Gobierno porteño tiene mucho para agradecerle en estos tiempos.

En ese juego, el giro de Massa de los últimos días es sin duda el menos ensayado. En 48 horas atendió dos flancos con un discurso que se le podría haber exigido a Macri, pero nunca a él.

Massa con levadura

Massa cree que Macri dejó libre un espacio en el espectro ideológico clásico del PRO (al ensayar una pose más nacional y popular de lo que se pensaba) y se lanzó a ocuparlo, sin medir consecuencias.

Como un líder del centro puro o la centroderecha, Massa le prometió al campo una lluvia de inversiones, quizá olvidando que existe antecedente de lluvias fallidas prometidas en campaña.

Le ofreció a Miguel Etchevehere pavimentar “miles de kilómetros de caminos rurales”, eliminar las retenciones a granos y permitirle al campo compensar las de la soja con el impuesto a las Ganancias.

El mismo día, sumó otras consignas que bien podría festejar la centroderecha: sacarles planes sociales a los “punteros” y, al mismo tiempo, regulárselos a quien teniendo posibilidad de trabajar no lo haga (todo en breve se verá en spots televisivos). Ningún macrista podría estar en contra de esas consignas, y a ese público parece haberse lanzado Massa.

Pero con ese discurso el tigrense también se vuelve periférico y arriesga demasiado, algo que no puede hacer Macri. Con ese giro, Massa delata preocupación y hasta ya pone en peligro votos propios.

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