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Accidentes de Tránsito

Rabino Shlomó Tawil Especial para El Ciudadano

B”H. Ya en Génesis, el primer libro de la Torá (Pentateuco), encontramos referencias a las tragedias que pueden darse en los viajes por los caminos y las rutas. David, Rey de Israel, nos insta en sus salmos agradecer al Creador del Universo por haber llegado a destino después de un viaje por el desierto o por el mar o después de haber terminado de transitar por ciertos acontecimientos de la vida. De hecho, en el código de leyes judías está legislada la plegaria del viajero cuando sale al camino. Y no sólo eso. También existe una bendición de agradecimiento al llegar. Esto es válido en todas las épocas del año, pero se toma más actual en los tiempos vacacionales.

Los principales responsables de evitar accidentes de tránsito son los conductores. Es verdad que las rutas, autopistas, etc. tienen que estar en buen estado y bien señalizadas. Además es necesaria la presencia de carteles que llamen la atención del conductor sobre los cuidados que debe tener, y sería deseable contar con el control policial, pero todo esto no libra al conductor de su absoluta responsabilidad.

Imagino como se reirían las hormigas, si es que ríen, al escuchar que los seres humanos necesitan de policías, señalización, semáforos, advertencias, multas, castigos para viajar por los caminos. El sabio de los sabios, el Rey Salomón (en los Proverbios Cap. 6: 7-8), dejó su reflexión “¡Observa a la hormiga, perezoso! Mira sus caminos y sé sabio, sin tener jefe, ni sobrestante, ni regidor”.

La hormiga representa la antítesis del perezoso. En la época de la cosecha, podría comer y luego ir a tomar sol sin embargo piensa en el invierno y guarda en verano para tener en el futuro y todo esto sin nadie que la obligue y sin policías que guarden el orden.

Todo ser humano ve a la vida y su cuidado como prioridad incondicional número uno. Entonces ¿cómo ocurren esos accidentes frontales? ¡No estamos hablando de suicidas! Creo que la respuesta está en la pereza mental. Los motivos primarios de los accidentes están en las pequeñas cosas que no tomamos en cuenta. Veamos varios ejemplos: desviar por unos instantes la vista del camino por donde transita, para girar el dial de la radio, los botones digitales de la disquetera o pulsar los botones del celular; retrasarse en la salida por algo insignificante como terminar de ver un programa televisivo, un artículo en el diario o maquillarse ante el espejo, para después tratar de ganar tiempo, esquivando autos y corriendo más de lo que la ley permite. El “yo quiero”, el “yo necesito” y la presión por llegar antes, son deseos del yo, del aquí y ahora. Muy diferente es el esfuerzo de imaginación y previsión que requiere ver más allá de este presente inmediato. Tal vez el viajero no quiera hacer este esfuerzo debido a su pereza mental. Esto se llama falta de responsabilidad y no se soluciona con más carteles de prevención o más inspectores, aunque eso ayude. Es un problema de educación que se inicia en la cuna. Los valores de una persona no se cambian tan fácilmente como una media. El aprendizaje del sentido de la responsabilidad y de los valores éticos y morales, junto con el hábito de medir las consecuencias de sus acciones se logra gradualmente a través de los padres, de la maestra jardinera y de los profesores y orientadores que una persona va a tener en su vida. Claro está que nunca es tarde para cambiar. Llevará mas esfuerzo, pero vale la pena intentarlo.

Este concepto de responsabilidad es aplicable, por supuesto, a todos los órdenes de la vida.

Por otro lado una sugerencia a las autoridades en adición a lo que ya se hace, parecerá una idea extraña, pero basándome en la Torá (Pentateuco, ver Deuteronomio cap. 21 versículos del 1 al 9) y en el factor psicológico, sería interesante que en cada lugar donde haya ocurrido una tragedia vial se erija un cartel o monumento o cualquier elemento bien visible, (que llame la atención sin provocar otro accidente) que destaque que en ese lugar murieron tanta cantidad de personas, que se publiquen en los medios de difusión periódicamente imágenes de los desastres del pasado, y aunque eso provoque una incomodidad a la vista y un mal sentimiento, ayudará en la responsabilidad vial, y no nos lamentaremos por mas víctimas.

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