Espectáculos

Descubriendo a la ‘Bataclana’ Mónica Cabrera

La actriz de la exitosa telenovela "Malparida" y del unitario "Tratame bien", trae su unipersonal "El Club de las Bataclanas". El sábado en Club Imperial, Sarmiento 209.

La popularidad que otorga la exposición de la televisión permite sacar provecho con buenas posibilidades para mostrar los proyectos propios que son el fruto de años de trabajo y que no son mirados por los grandes medios. Mónica Cabrera es conocida por sus labores en los programas Tratame bien y Malparida. La experiencia mediática le permite traer a Rosario su producción Las Bataclanas, donde muestra otros dones como cantar, componer temas, actuar y disfrutar del teatro.

Mónica Cabrera presenta sy galería de mujeres en “El Club de las Bataclanas”, este sábado en Club Imperial (Sarmiento 209), a las 22 horas. Con libro y dirección de la actriz y  la asitencia de Ana Bonet.

Del francés, el lenguaje popular llama bataclán a un montón de cachivaches y trabajos inútiles. Y también puede definirse como una especie de bazar, donde se venden mercancías diversas. Hubo un teatro Bataclán en Paris, que ofrecía diversos números de distintos géneros y orígenes. Y en el ‘22, un cuerpo de baile con ese nombre visitó Buenos Aires.

Este espectáculo está inspirado en las actrices y cantantes que hicieron nuestro teatro, en sus miles de anécdotas de cómicos trashumantes y en nuestra pintoresca y siniestra historia nacional. No es reconstrucción histórica, sino una fantasía musical, basada en seis monólogos, con participación del público, humor picante y político, e improvisación.

La historia transcurre en una casa de citas. Cada una de las “Flores” que se presentan pretende devolverle al Club su esplendor perdido, destacando un punto de interés del mismo, mostrando sus propias cualidades artísticas y amatorias. Los personajes recorren distintas historias narradas en un tono de humor grotesco. Son momentos del amor, la decadencia, la ilusión, la pasión, la ambición y la amistad.

Mónica Cabrera se vale del humor y del perfil delirante de sus personajes para encarar temas o problemáticas muchas veces amargas y en general nada complacientes. El público estalla en carcajadas con los gestos gallináceos de Coral (una antigua corista que sólo utiliza palabras que empiecen con “co”), pero también festeja el demoledor discurso de Violeta, una fanática que se dedica a promover el amor posesivo. Más allá de sus excesos y delirios, el personaje logra resumir en sí mismo aquellos universales de la relación amorosa que ya el propio Freud se encargó de incluir en sus estudios.  Amapola es la que recibe al público en medio de exasperantes reflexiones sobre la vejez, la decadencia moral y las rivalidades que surgen en el escenario. Su contrapartida es Alhelí, una simpática ex bataclana, hoy abuela, que se las ingenia para sacarle el jugo a una hot-line y seguir ocupándose de su familia. Su versión porno de un conocido tema infantil ofrece uno de los momentos más desopilantes de la obra. Hortensia, en cambio, es una parsimoniosa dama con un crimen en su haber, que dice haber amado al líder radical Leandro N. Alem, pese a ser considerado “aburrido”.

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