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Técnica basada en el budismo aleja la tensión y el rencor

La psicoterapia Zen aborda problemas humanos actuales desde varios ángulos de un modo pacífico.

La psicoterapia Zen aborda los problemas humanos desde varios ángulos y procedimientos, de un modo compasivo y pacífico. Esta técnica, basada en el budismo, llegó a la Argentina. El médico especialista en psiquiatría y psicología médica Jorge Rovner explicó a medios nacionales que la técnica surgió como un intento por “generar un ambiente propicio dentro de un marco altamente profesional, no sólo para enfrentar las dificultades actuales de cada persona sino además para crear una nueva mirada de su vida cotidiana”. Se trata de una técnica destinada a todo tipo de pacientes, con independencia de su credo religioso, género y edad, con la que ya se trató exitosamente a más 2 mil pacientes en el país.

“Cuando advertimos que el Yo fluye, resulta imposible sentirse atacado: desaparecen los celos, la envidia y el rencor”, destacó el especialista que cuenta con más de 20 años de profesión y 25 de budista, quien explicó que “el Budismo Zen es una de las escuelas del budismo más conocidas y apreciadas en Occidente”.

El Zen afirma la necesidad de acceder al “mundo tal cual es”. El Zen es –en palabras del especialista– por antonomasia la tradición budista de la intuición y la espontaneidad. “En el Zen se anima al otro a mantener su atención en el momento presente, confiando en la sabiduría innata de todo ser humano para realizar todo su potencial”, remarcó.

Según Rovner, la psicoterapia Zen enfatiza la importancia del “aquí y ahora” del paciente, “mostrando el error que proviene de sobreestimar la importancia del pasado o la anticipación del futuro”.

Asimismo, el médico indicó que esta terapia “ayuda a lograr el desapego hacia todo tipo de codicia, generando un inmediato cese del sufrimiento en todas sus variantes”, como así también el trabajo por la “transformación de las creencias erróneas y sin basamento lógico –que constituyen fuentes importantes del sufrimiento– en un modo de vincularse con la vida racional, práctico y agradable”.

Esta modalidad de meditación y trabajo con el centro de energía propio “enseña y educa en la práctica de la compasión y la paciencia del paciente para con sí mismo y para con los demás”. Además, se logra un interesante desarrollo en el paciente de un modo respetuoso de ver y aceptar su diversidad y la de los demás.

“La psicoterapia Zen explora y diseña nuevos paradigmas de progreso, el éxito, la responsabilidad y los objetivos a ser alcanzados en la vida. En tanto, se vislumbra la comprensión y promoción todo tipo de actividad recta que permita una vida con plena libertad”, sostuvo el especialista.

Mientras tanto, en varios casos tratados, se vio la modificación y el énfasis ganado en el error en conceptos que promueven el sufrimiento, tales como culpa, pecado, autoboicot o castigo, entre otros.

“Personas con mucho escepticismo encuentran en el budismo un sistema lógico, ético y práctico de ver el mundo”, aseguró Rovner, y aclaró que “la terapia no es adecuada en pacientes alucinados, agitados y con patologías severas”.

El especialista destacó que la Psicoterapia Zen “no sólo no se opone, sino que admite y utiliza todos los avances de las neurociencias y la psicofarmacología en términos de métodos de diagnóstico, prevención y tratamiento de los problemas de salud mental, espirituales y de adaptación cotidiana de la persona en un mundo muy exigente y difícil de transitar en paz”.

La sesión, paso a paso

Durante la sesión, se procede a concentrar la mente en determinadas situaciones o a meditar. Usando técnicas propias de la psicología cognitiva (toma de perspectiva, afrontamiento, reestructuración cognitiva, soporte familiar y del entorno) e intenta alcanzar dos objetivos: el primero es estudiar cómo las personas entienden y utilizan las informaciones que llegan desde sus sentidos, imaginación, recuerdos y fantasías al campo de su conciencia y el segundo evaluar cómo esas cogniciones condicionan nuestra conducta entendiendo que muchas veces son erróneas e inducen al sufrimiento. “De acuerdo a cómo percibimos el mundo, nos comportamos. Si lo percibimos amenazante nos ponemos a la defensiva. Si sentimos a nuestro mundo interno y externo en paz actuamos pacíficamente”, aseveró Rovner.

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