Espectáculos

Mariano Otero y las ‘melodías sin límites’

Junto al sexteto de saxos, trompeta, batería y guitarra, se presentará mañana en Club Imperial. El destacado contrabajista habla del jazz y de la improvisación como herramienta compositiva. Por Javier Hernández.

Otero ha tocado en El Parque España y en El Círculo

Músico, compositor, contrabajista y desde hace poco también pianista. ¿Canta? Parece que sí. Con treinta y pico no se priva de pensar en sus últimos días. Editó seis discos. Sabe que vienen muchos más. Se autoerige siempre. Improvisa, compone y juega. Se corre de lo establecido, bucea melodías y disfruta de los bordes. Experimenta, aprende y se transforma, pero asegura no estar pensando en “producir felicidad”. Se crió escuchando Nirvana, Beatles, Rolling Stones, Beethoven y Bob Marley. Ahora ve en el jazz la revolución. Para sus pares es uno de los exponentes de la escena jazzera.

Pero, según él, se trata “de un trabajo muy a largo plazo” que asumió hasta el último día. El encomillado pertenece a Mariano Otero. Antes de demostrar esas condiciones artísticas sobre el escenario, el músico habló con El Ciudadano de discos, canciones, lenguajes, fórmulas, estilos, ideas, creaciones, pensamientos, herramientas, libertades y jazz.

Junto a Gustavo Musso y Ramiro Flores en saxos; Sergio Wagner en trompeta; Alejandro López en batería, y Patricio Carpossi en guitarra, mañana desde las 21.30, en el Club Imperial (San Martín y el río), repasará todos sus discos editados hasta ahora y hará música cantada que, señaló, “nunca hice en Rosario”.

—¿En qué va a consistir tu concierto?

—Voy a hacer música de mis discos. Generalmente me presento tocando lo último que estoy haciendo, pero ahí mezclaré el repertorio y haré también cosas que no forman parte de él y que van a ser grabadas en noviembre. Son arreglos para esta formación. A partir de este sexteto, lo que haré en noviembre será ampliar el grupo con un par de trombones y algo más de gente.

—Estás sacando muchos discos…

—Generalmente saco uno por año. Es como una fórmula de trabajo que encontré. Me gusta hacerlo porque puedo plasmar el proceso de creación en un objeto y darle un cierre. Así después puedo avanzar. Los discosson autoexigencias que yo me pongo para poder enfocar en una línea de trabajo. En este caso también voy a presentar un poco de música cantada que nunca hice en Rosario. Dos composiciones nuevas que tienen mi letra, que voy a cantar y que por ahí mis amigos rosarinos no conocen.

—Firmaste contrato con Sony por tres discos, el primero es “Desarreglos”, ¿como será el segundo?

—El disco que viene es con un grupo de diez músicos y puede llegar a contar con un par de invitados, algo que nunca hice y tengo ganas de hacer ahora. El motivo es que como voy a grabar un par de canciones cantadas, algunas quizá las cante, pero tal vez invite a amigos o admirados colegas a hacerlo (risas).

—¿Mantendrá la línea melódica de su antecesor?

—No es jazz genérico, para nada. Va a ir a la batea de jazz porque yo estoy identificado con eso, pero no tiene nada que ver con Desarreglos. Será un disco más parecido a lo anterior, pero bien diferente, porque tiene otro tratamiento de la improvisación y la duración de las composiciones. Hay otro foco en este proyecto. Tenía ganas de probar cosas que no había hecho y juego para ese lado.

—Alguna vez te escuché decir que la improvisación es como un complemento de la composición.

—Totalmente, es una herramienta para mí. En la forma de crear o de trabajar que encontré, me gusta pensar a la improvisación como una herramienta más para valerse y componer. En el disco que viene se verá bastante claro, porque va a ser más grande lo escrito que lo improvisado.

—¿Hacés como una especie de apuesta a lo inverso?

—Muchas veces en la música que nosotros hacemos, la parte escrita dura un minuto y medio y la parte improvisada dentro de la composición un poco más. En esta porción de música que voy a plasmar es al revés. Hay bastante escrito y la parte de improvisación es un elemento instalado más. Me parece que acá le di otra vuelta más de rosca.

—¿Cómo describirías el concepto por el que giran tus discos desde el primero al último? ¿Qué buscás representar?

—No sé si tengo tan en cuenta la representación de algo, sino que trato de buscar un concepto para trabajar. Pienso en un disco como en una película, en una cosa. No pienso en canciones. Así trato de laburar en esa cosa pensando en una orquestación o forma de escribir. A lo largo de los discos eso fue cambiando, porque como siempre estoy investigando y aprendiendo con maestros, voy cambiando, y eso se fue transformando en los discos. Hoy voy tratando de llegar al fondo de la cuestión de lo que me permite ver la composición y de lo que yo puedo notar a partir de las ideas que van surgiendo y de cómo trabajo el material. Después no sé cómo eso se traduce en algo que se vea. No estoy pensando tanto en qué quiero que se vea sino en esa películaque quiero contar.

—¿Qué contarás en tu próximo disco?

—Vi que el material que salía no era tan jazzístico; entonces trabajé con una idea de improvisación súper subordinada a las canciones, muy metidas adentro de lo escrito. Trabajé dos tipos de composiciones: unas muy desarrolladas y otras mínimas, y todo atravesado por la misma orquestación. Eso genera como una cohesión, pero no estoy pensando “quiero producir felicidad”.

—De última que quede para el escucha…

—Sí, totalmente. En cada disco busqué un desarrollo, eso está clarísimo. Un noneto que suene swinguero y por momentos popero, tratando de borronear los contornos del estilo pero estar ahí adentro.

—¿Qué significado tiene el jazz en tu vida?

—Muchas veces cuando reflexionamos esto pienso en lo mismo: yo me crié escuchando tanto Nirvana como Beatles, Rolling Stones, Beethoven o Bob Marley, cuando tenía dieciséis años tenía una banda de rock y cantaba. Para mí el jazz fue simplemente la posibilidad de generar un espaciode creación y de trabajo como músico; de honestidad, libertad; de poder investigar y plasmar, no sólo investigar dentro de mi casa sino poder grabar un disco de una música mía, caprichosa en su orquestación, en su proceso de creación: para mí eso esel jazz.

—¿Entonces el jazz gana terreno?

—Hay un hueco vacante dejado por la ex rebelión de otros estilos que ya no existen, música que en algún momento fue libertaria y hoy no lo es. Encontré un espacio súper libertario, hasta te diría revolucionario en la música caprichosa (risas) más que en la música de delivery. Parte de la etiqueta del jazz hoy en día tiene que ver con la rebelión y con la idea de poder hacer algo sin rendir tantas cuentas.

—Sin rendirme tantas cuentas con lo que decías de la improvisación como herramienta de composición, ¿cuál es el límite en la experimentación para que la música no se salga del género y, en todo caso, siga el camino de la vanguardia?

—En un punto no hay límite. Cuando vos trabajás artísticamente con un objeto y con la autoridad que te da el conocimiento, el estudio y la preparación, o con la autoridad que te da ser inconsciente (risas), o un artista sumamente caradura, me parece que el límite es algo que vos te inventás. Porque gracias a eso existieron músicos que borraron los límites. Después puede haber un límite estético o de gusto para ver hasta dónde querés ir.

—Volvamos a la composición, ¿cómo la definirías?

—Puedo definir la composición como una cosa, en algún punto, bastante sencilla. Escuchás una idea en tu cabeza que puede ser melódica, poética, rítmica, cualquier cosa, y a partir de ahí trabajás. Eso lo podés llevar adonde vos quieras: a la nada, a la abstracción pura o a algo muy digerible y asimilable. Los límites de la improvisación ya tienen que ver con cada artista. No sé si decir que busco el balance, pero me gusta balancear entre el límite y lo que está del otro lado.

—Sacándote de contexto me parece que esto se relaciona con algo que dijiste hace un tiempo sobre el dolor que te provoca la desigualdad mediática...

—(Silencio). Hay una relación. Está bueno lo que me decís, no me lo esperaba, por eso me quedé… (silencio otra vez). No lo había pensado, tampoco era una cosa a propósito. Un maestro me decía: “ Cuando otro encuentra una relación que vos no habías encontrado, es porque estaba”. Hay desigualdad y extremos, me parece que vivimos en esa situación. Vos me decías lo de los espacios para tocar, es bastante parecido a la dificultad para difundir la música en los medios, tanto en radios como en diarios o en internet mismo.

—¿Cómo evaluás tu presente?

—Me tomo muy en serio mi profesión, con mucha responsabilidad. Trato de hacer mi trabajo cada vez mejor y estoy buscando siempre cosas que me hagan crecer y quedar con más sabiduría. Sé que es un trabajo muy a largo plazo que asumí hasta el último día: escuchás en tu cabeza hasta que dejás de escuchar.

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