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La Capilla del Rosario presente en la Revolución

Por: Ernesto del Gesso

reflexiones

Los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo son el marco temporal del 25 de mayo de 1810, fecha trascendental para los argentinos y gran parte de América. Significó el inicio del proceso revolucionario, pero también la culminación de la gestión y acción que permitió llegar a ese día. Llegar significa haber transitado, acción que implica tiempo, fenómeno que en historia es una de sus premisas. Todos los hechos históricos ocurren en un espacio y un determinado tiempo. Además, para esta ciencia social los hechos que le son objeto de estudio, serán de corta, mediana o larga duración según los efectos que produzcan. Los de corta duración son los que ocurren en un determinado día o se mantienen durante varios, incluso semanas y hasta meses, pero si no tienen continuidad y vinculación con otros en tiempo y temas, serán sucesos aislados sin más trascendencia que los efectos del momento, por lo que son considerados simples acontecimientos.

En cambio, cuando una serie de acontecimientos encuentra permanencia y relación con un mismo asunto en un determinado tiempo, que puede ser de unas cuantas décadas, están demostrando la existencia de una coyuntura, que para la historia significan procesos de mediana duración. La larga duración está representada en las estructuras históricas, como las clásicas edades antigua y/o moderna, como también por los imperios egipcios, persas, romano, etcétera. En general, estas estructuras se mantienen a través de siglos, y será dentro de ellas que se producen acontecimientos y hechos coyunturales. Los períodos coyunturales son proclives al cambio o quiebre de las estructuras en la que están insertos. La larga duración de las estructuras revela que, o no se han producido suficientes situaciones o las producidas no tuvieron suficiente fuerza de quiebre. Pero cuando lo hay estamos frente a lo que se acostumbra llamar una revolución de la que suele surgir una nueva nación.

Podemos tomar como modelo de proceso coyuntural positivo un área territorial americana definida e institucionalizada del imperio español, cuya autoridad era inmediata a la del rey, jerarquía expresada en el título de virrey. El ejemplo, si bien toma en forma parcial una real estructura, será válido porque sus hechos tendrán rápida proyección, de tal manera que el imperio continental, en 15 años, quedó reducido a una región insular del mismo. 

La unidad territorial será la región del Río de la Plata en tiempos que aún no había sido institucionalizada como virreinato. Zona que por haber estado durante siglos lejana a los centros de riqueza y a las líneas de navegación, disfrutó de tranquilidad hasta que los vecinos portugueses se expandieron y se instalaron en 1680 en la Colonia del Sacramento en la Banda Oriental del río Uruguay. Acontecimiento que puede tomarse como el primero de una sucesión de hechos propios de la política internacional. Pero de ésta derivaron otros que conformarán una coyuntura local. La transformación de la región en unidad virreinal, será uno de ellos. Este cambio significó la creación de un centro de poder político y económico de acceso restringido y discriminatorio para los pobladores criollos y de interés para sus enemigos. Las invasiones inglesas fueron en conjunto un suceso que determinó que nada sería igual después del fenómeno en la capital del virreinato. Los nuevos acontecimientos fueron: desconocimiento de la autoridad militar del virrey y su tácito desplazamiento; creación de cuerpos y batallones de ejército locales con jefes criollos; arribo de un nuevo virrey en reemplazo del impuesto por los criollos; y en noviembre de 1809 la apertura del puerto que rompió el monopolio de siglos. Pero también hay acontecimientos secretos, como las reuniones para intentar resistir la llegada de la nueva autoridad y el análisis de las noticias que desde Europa daban cuenta de la acefalía real española, usurpada por José Bonaparte. Un cabildo abierto el 22 de mayo de 1810 destituyó a la autoridad española, vacía de legitimidad, por haber desaparecido el origen de la misma. Otro cabildo abierto, el 25 de mayo de 1810, para reafirmar lo decidido y proclamar una nueva autoridad distinta de la anterior, será el último acontecimiento de una serie ocurrida en un mediano lapso de tiempo. Clásica coyuntura histórica que marca el fin de una época y el inicio de otra, hecho revolucionario que dio nacimiento a una nueva nación.

Esto se logró en un marco de coyunturas exteriores e interiores muy favorables. Pero para que las coyunturas produzcan efecto de quiebre debe actuar una generación de hombres que sepan aprovechar la oportunidad y, principalmente, tener el valor para sostenerla. La historia posterior demostró que hubo valor y templaza para sostener largos años de sacrificios y luchas para alcanzar la independencia y dar vida a la nueva nación.

A pesar que nuestra ciudad en aquella época era una pequeña aldea de no más de 600 personas reunidas en un caserío alrededor de la Capilla del Rosario, que daba nombre al poblado, hizo su aporte de hombres que se comprometieron con la revolución. Su cura párroco, Julián Navarro, se plegó a ésta y desde el púlpito predicaba su reconocimiento. Belgrano recibió sus servicios en Rosario y San Martín los recibirá en San Lorenzo y años después en Chile en el ejército libertador. El patriota sacerdote fallecerá en aquel país en 1854. 

También nos honra recordar que en aquellos momentos de mayo de 1810 en Buenos Aires, un rosarino, nato de la ciudad, el doctor Vicente Anastasio Echevarría, participaba del Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. Su voto fue por la destitución del virrey acompañando el de Saavedra, al que se plegó la mayoría de los patriotas criollos. Un resumen de sus hechos podrá leerse en la placa existente en el muro norte de la Catedral que da al patio, frente al Pasaje Juramento y el Palacio Municipal. Esa placa cubre la urna empotrada que contiene sus cenizas. Echevarría nació en la Capilla del Rosario un 22 de enero de 1768 y murió en Buenos Aires el 20 de agosto de 1857. Sus restos fueron traídos a Rosario un 21 de septiembre de 1928 con apoteótica ceremonia.

El Círculo Numismático de Rosario ha rendido homenaje conjunto a estos hombres de Mayo acuñando una medalla con la efigie de ambos en oportunidad del Sesquicentenario de la Revolución. Momento oportuno para repetir desde estas columnas el homenaje en el Bicentenario.

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