Espectáculos

Tangos orquestados para seguir conociendo a Piazzolla

Por Javier Hernández. A 20 años de la muerte del músico, la Camerata Bariloche y el bandoneonista Néstor Marconi le rinden tributo.


La Camerata Bariloche en su plenitud, una de las formaciones argentinas de mayor proyección internacional.

A modo de homenaje a Astor Piazzolla, esta noche, la prestigiosa Camerata Bariloche junto al virtuoso bandoneonista rosarino Néstor Marconi llegarán al teatro El Círculo (Laprida y Mendoza) para, desde las 21.30, mantener viva la memoria del famoso músico y compositor, a 20 años de su muerte.

A poco de haberse presentado en el Teatro Colón, el repertorio comprenderá un repaso por clásicos del marplatense más famoso como “La muerte del Ángel” y “Adiós Nonino”, pero también por músicas inéditas a la fecha porteña que le permiten al grupo rememorar la vasta obra de Piazzolla al tiempo que unir la música clásica europea y la tradición popular del tango.

Formada por 18 músicos,la Camerata Barilochees el primer conjunto argentino de música de cámara que alcanzó nivel internacional a través de unas 25 giras a lo largo de sus 45 años de trayectoria. Por su parte, Marconi es uno de los grandes representantes argentinos del bandoneón. Intérprete pero al mismo tiempo compositor, orquestador y arreglador, el músico dialogó con El Ciudadano y contó detalles del concierto que brindará en su tierra natal y para el cual adelantó: “Siempre es una responsabilidad mayor por la gran satisfacción que me da volver adonde me crié”.

—Hace algunos años presentaste el disco “Cameratangos”; ¿algo de eso se escuchará?

—Eso fue un homenaje a los 40 años dela Camerataque casualmente esta semana cumplió 45. En esta serie de conciertos no hago esta obra. Yo la escribí como dedicación ala Cameratapero la hice con otras orquestas. Lo que vamos a presentar es todo un repertorio de Piazzolla.

—Lejos de ser un concierto para bandoneón con acompañamiento de cuerdas, lo que ofrecés junto ala Camerataes un diálogo entre los instrumentos. ¿Qué colores aporta ese diálogo en la obra de Piazzolla?

—De alguna manera, todas las músicas son un diálogo entre instrumentos, y no pasa solamente con Piazzolla sino con todos. No es que haya un solista y los demás sólo acompañan, sino momentos en que el tema hace la unión, después la cuerda, luego un contrapunto con imitaciones. Lo que mostramos no dejan de ser tangos orquestados de esta manera con el sabor a lo nuestro. Y creo que tiene que ser así porque quienes estamos de este lado del mundo, cuando escribimos, lo hacemos con ese sabor.

—¿Dónde se sitúa la barrera entre lo académico y lo popular?

—Música es todo, “música buena y música mala”, como decía (Horacio) Salgán. Yo no veo ninguna barrera. Acá pasa por la importancia del que escribe y cómo lo hace. Por eso hubo genios y talentos en este arte como en cualquier otro, y hay gente que es intuitiva; creo que eso va dando distintos niveles y no está separado por los “clásicos” y los “populares”. Hace unos días me preguntaban si esto que hago conla Camerataes tango o música clásica, y debo responder que es música; después uno puede catalogarlo o nivelarlo según el nivel que tenga la música. Cualquier obra de Liszt, aquellas rapsodias húngaras tocadas por orquesta, por ejemplo, no dejan de ser música popular de ese país llevada a una orquesta sinfónica. Lo que hacemos nosotros es tango llevado a un grupo de cámara, algo que tiene mucho éxito. Ahora mismo estamos viendo orquestas de todo el mundo pidiendo arreglos sobre temas de tango para tocar en repertorios junto a Beethoven, Brahms, Liszt y otros.

—Eso no hace más que seguir demostrando la vigencia de Piazzolla, entre otros…

—Desgraciadamente, creo que él no vivió ni la cuarta parte del Piazzolla que se empezó a difundir y a tocar en todas partes del mundo. Siempre pasa eso. Mientras estuvo en vida fue una lucha por imponer lo suyo, y ahora resulta que todo el mundo toca a Piazzolla. Antes decían que no era tango, que estaba loco.

—En lo personal, ¿qué significa interpretar a Piazzolla?

—Es una música muy interesante e importante y marcó un gran camino que todavía queda por recorrer. Yo creo que lo interesante es seguir ese camino y no repetirlo; también se pueden tocar obras de (Aníbal) Troilo, (Horacio) Salgán y orquestarlas, llevarlas a este nivel. Lo único es que Piazzolla hizo de sus composiciones una orquestación que permiten ser tocadas por este tipo de agrupaciones.

—¿Qué importancia tuvo Piazzolla en tu carrera?

—Todos los músicos somos fusión de otros. Uno va escuchando, asimilando, inclinándose hacia ciertos lugares y después hace una mezcla dentro y finalmente crea su propia personalidad. Creo que lo más marcado dentro de mí fue la obra de Astor. Y digo la obra porque no escuchaba al bandoneón sino que me encantaba su obra y hacerla a mi manera; no tocar a Piazzolla como si fuera él. En mis conciertos, la cadencia que hago la escribí yo.

—¿Cómo te preparás para la presentación en tu ciudad?

—Con mucha ansiedad. Siempre es una responsabilidad mayor por la gran satisfacción que me da volver adonde me crié y estar en un escenario como el de El Círculo, que es como estar en el Colón. Me preparo con mucha alegría, nada de anularme y de estar nervioso. Voy con muchas ganas de tocar ahí.

Sobre un vínculo que comenzó fugaz y perduró

Hace muchas décadas, en momentos de concluir un concierto de Piazzolla en Rosario, cuenta la anécdota que el por entonces joven Marconi se acercó al genial músico para comunicarle su más sincera admiración y lograr un fugaz contacto con su ídolo. “De caradura, fui y lo saludé (risas)”, rememoró el bandoneonista, que al poco tiempo volvería a encontrarlo a través de Antonio Agri.

Desde ese momento, comenzaría una relación que se extendería por largos años. “Trabajamos juntos; no te digo que éramos amigos pero nos veíamos bastante seguido”, dijo Marconi.

“Una vez nos encontramos en Brasil y pasó una cosa muy cómica –continuó el músico rosarino–, porque estábamos en una cena con amigos y, entre charla y charla, salió el tema de que él se peleaba con los músicos y siempre decía que los que estaban con él eran los mejores hasta que estuvieran en ese lugar. Entonces, de repente, me dice «pero no es tan así», y continuó: «Con vos no me peleé nunca», y la verdad que no, pero fue porque no trabajamos juntos (risas)”.

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