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Madres argentinas: tienen en promedio de 2 a 3 hijos

La fecundidad sigue en descenso, en especial en las clases medias, según un organismo de la ONU.

Las mujeres argentinas tienen en promedio 2 y 3 hijos, en el marco de un descenso de la tasa de fecundidad en las últimas décadas, aunque varía según la condición social de los hogares y la edad de las mujeres. La tendencia marca un retraso en la edad de la maternidad –y en la cantidad de hijos– en los sectores medios con respecto a las clases más populares, según la socióloga Eleonor Faur, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

La especialista consideró que “no hay una sola maternidad, ya que se vive diferente a distintas edades y en las diferentes clases sociales”.

En este sentido, explicó que mientras hay una tendencia en sectores medios a retrasar la maternidad las adolescentes de los sectores populares que quedan embarazadas quieren tener ese hijo, aunque no lo buscaron.

La clase media posterga maternidad

“Las mujeres de clase media fueron postergando la edad en que tienen el primer hijo, como en la ciudad de Buenos Aires donde el promedio actual es de 30 o 31 años en que se inicia la maternidad, en contraste con décadas atrás”, aseguró.

Entre 1980 y 1990 estas mujeres tenían su primer hijo entre los 26 y 28 años, y a partir del 2000 superó los 29.

En tanto, “un importante porcentaje de mujeres de sectores populares continúan siendo madres desde muy jóvenes”, añadió la especialista en género y derechos humanos y reproductivos. Otro dato que revela la maternidad precoz es que el 27,3 por ciento de las mujeres pobres fue madre antes de los 20 años en contraste con los hogares de alto nivel de ingresos, donde esa experiencia no superó el 1,6 por ciento.

Al considerar la tasa de fecundidad en relación con el nivel socioeconómico “se advierte que las mujeres de hogares pobres tienen, en promedio, más cantidad de hijos que el resto de las mujeres”, precisó Faur.

En hogares pobres, 4 hijos o más

Los datos revelan que el 39 por ciento del total de mujeres de hogares considerados “no pobres” no tiene hijos y entre quienes son madres el 84 por ciento tiene entre uno y tres hijos, y sólo el 16 por ciento tiene cuatro o más.

En cambio, en el caso de las mujeres de hogares pobres, sólo el 29 por ciento de ellas no tiene hijos, y entre las que sí tienen el 41 por ciento son madres de cuatro hijos o más.

Con respecto a los comportamientos reproductivos de la población en general, la especialista precisó que, “en términos generales y en todos los sectores, en Argentina el 40 por ciento de los hijos no fue buscado”. Pero entre los sectores adolescentes que tuvieron su primer hijo, “el 70 por ciento de esas chicas no estaba buscándolo, según una investigación que se realizó hace unos años”, dijo.

Faur caracterizó esta situación como de “profunda desigualdad social”, e hizo hincapié en ahondar en programas de “educación sexual para evitar embarazos no deseados”.

En este sentido, y a partir de los datos estadísticos, señaló que “está el mito de que todas las mujeres de sectores populares buscan ser madres para tener algo propio, pero si bien es cierto para un porcentaje no es lo que sucede con la totalidad de las mujeres que tienen hijos en la adolescencia”.

Distintos modelos de fecundidad

“El diagnóstico de situación es que las brechas que hay sobre la forma de ser mamá en sectores populares y clase media son muy grandes, porque en los primeros hay menos recursos materiales y simbólicos para acceder a decisiones respecto a su fecundidad”, analizó.

Señaló que, en estos patrones de fecundidad diferenciados, “operan también otros elementos, como los niveles educativos de las mujeres y las prácticas y entornos familiares en los que crecen las jóvenes”, dijo al referirse a la repetición de modelos.

“Se ha comprobado una significativa asociación entre la edad en que la madre tuvo el primer hijo y la edad del primer embarazo de la hija, lo que refleja un comportamiento circular, en especial en la fecundidad adolescente”, añadió. Por eso, la educación sexual es central, “debe comenzar con el nivel inicial, con el reconocimiento del propio cuerpo, con poder decir que no a alguien que se abusa de ellos, hasta generar un dispositivo para que los adolescentes puedan consultar, como se hace desde el Ministerio de Salud de la Nación”.

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