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Conmovedor relato de una sobreviviente del ghetto de Varsovia

Por Santiago Baraldi. En el marco del 68º Aniversario del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, una sobreviviente, Irene Dab, brindó su testimonio acompañada de la directora del Museo del Holocausto, Graciela Nabel. Video - Segunda parte Video - Tercera parte Video - Cuarta parte

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Irene Dab tenía cuatro años cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial. Vivía con su padres en Varsovia, la capital polaca cuando llegó la ocupación nazi la familia fue confinada al Ghetto. El relato de cómo sobrevivió y se encontró finalmente con sus padres y llegó en febrero de 1948 a la Argentina dejó en un silencio que se escuchaba en la sala repleta del Teatro La Comedia, donde Irene, junto a la presidenta del Museo del Holocausto, Graciela Nabel, dieron testimonio en el marco del 68º Aniversario del Levantamiento del Ghetto de Varsovia. Nunca había podido poner en palabras tanto dolor y sufrimiento hasta que falleció su padre, “recién ahí pude hablar del tema y me contacté con la gente del Museo”, comentó la sobreviviente a El Ciudadano.

Irene fue durante algunos años Teresa. Así la bautizó un matrimonio joven que la adoptó por pedido del padre. Previamente estando en el Ghetto, “mi papá que trabajaba con un camión y trasladaba obreros, me sacó en una bolsa de herramientas. Primero fui a una casa donde estuve un tiempo hasta que la gente se asustó, luego a otra donde me la pasaba escondida en roperos y como era un riesgo para las familias que se la jugaban, finalmente mi padre me llevó nuevamente al Ghetto”.

Irene relata su historia como un rompecabezas cuyas piezas encajan con final feliz: “Mi madre trabajaba en los depósitos del ferrocarril, donde los judíos dejaban todas sus pertenencias antes de subir a los trenes que los llevaban a los campos de concentración. Mi padre manejaba un camión para una empresa alemana, y entraba y salía del Ghetto. Cuando fue el Levantamiento mi madre escapó y mi padre también, con un compañero de trabajo que conocía los canales interiores de Varsovia. Por las cloacas llegaron hasta una Iglesia. Allí, un cura los refugió”, sostiene.

Sobre ella dice: “Durante ese tiempo yo era Teresa, vivía como una pastorcita cuidando una cabra. Simulaba ser la sobrina de un matrimonio, mi supuesto tío trabajaba con mi papá y se había ofrecido para cuidarme. Finalmente, en un pueblo a 40 kilómetros de Varsovia, cuando la guerra llegaba a su fin, me llevaron a una casa y allí me reencontré con mamá y papá. Hasta que la guerra finalizó comíamos una papa por día, pasando unos fríos muy crudos, pero estábamos juntos”.

Una circular nefasta

Irene Dab cuenta las peripecias para llegar a la Argentina. En la década del 40 había una circular secreta en las embajadas argentinas donde los judíos tenían el ingreso prohibido a nuestro país, mientras jerarcas nazis elegían las montañas de Córdoba o Bariloche para refugiarse y ser buenos vecinos. “Esa circular se derogó hace cinco años —aseguró Dab—. Los rusos habían invadido Polonia y no entregaban visa. Nos fuimos primero a París y luego a Bélgica, mientras un hermano de mamá que vivía aquí nos escribía cartas. Para obtener la visa teníamos que ser católicos y para que me la den recuerdo que me hicieron rezar el padre nuestro para ver si lo sabía. No tuve problemas y así llegamos, como católicos a la Argentina, en febrero del 48”.

El padre de Irene vendió ropa, tuercas y montó una pequeña fábrica de repuestos de autos. “Nos fue bastante bien, luego me casé, estudié psicología, tuve un hijo, pero quedé viuda joven”, señaló. El destino ponía nuevamente a prueba la fortaleza anímica de Irene en los años de la dictadura militar: “Me volví a casar con un señor que tenía un hijo. El chico militaba en un centro de estudiantes de agronomía y estaba amenazado. Mi padre le sugirió que se fuera a Brasil un tiempo. Por suerte pudo salir y a los pocos días tuvimos la visita de un grupo de tareas en nuestra casa. Nosotros también nos tuvimos que irnos de casa. Parecía una película sin final. Tuvimos muchos amigos desaparecidos. Ahora por suerte una tiene las fuerzas y la entereza para dar testimonio del horror”.

Dictadura y nazismo

La Directora del Museo del Holocausto de Buenos Aires, Graciela Nabel, es además responsable en el país de la Fundación Steven Spilberg, que luego de haber filmado la película “La lista de Schindler”, continuó con la recopilación de testimonios de sobrevivientes y testigos del nazismo: “Hacemos «productos educativos» para las escuelas. Es la elaboración de clases en español donde el docente va a poder ver en la web, una lección donde paso a paso se les da sugerencias y donde están incluidos fragmentos de testimonios. El título que le pusimos es Cuando el Nazismo se transforma en Ley, cuando eso quita tus derechos, elimina la Constitución, te quita la dignidad”, explica y señala que a diferencia de lo que ocurrió en la dictadura, “cuando uno escucha a Irene o a un sobreviviente de la dictadura, te parte el alma y hay cosas en común, pero como acontecimientos históricos, no ha sido lo mismo. La ideología del nazismo es perseguir al judío hasta exterminarlo; en cambio en la Argentina lo que ocurrió fue un politicidio, en el que también mataron a judíos y se los maltrataba doblemente cuando se enteraban de su condición, pero no hubo una persecución”.

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