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Miguel Grinberg: Ecos expresivos de una gesta

El libro "Poesía y Libertad" recoge documentos y testimonios del Movimiento Nueva Solidaridad, congreso que tuvo lugar en México en 1964, con poetas de América. Se presena el martes, a las 19, en Librería Ross.

Por Juan Aguzzi/El Ciudadano


Enumerar en un encabezado los oficios y las acciones de alguien como Miguel Grinberg sería ocioso por inacabable, mejor sería señalar que este escritor, poeta y periodista, para mencionar tres funciones que le son innatas, participó de inflexiones relevantes de la historia cultural, musical y, por qué no, social y política americana generando no pocos hitos dentro de ese universo; entre ellos el de haber fogoneado y coordinado en los tempranos 60 el Movimiento Nueva Solidaridad, un colectivo de poetas que tuvo su presentación oficial en un congreso en México D.F. en febrero de 1964, y que tuvo adhesiones de pesos pesados como Julio Cortázar, Henry Miller, Thomas Merton y algunos de los escritores de la Beat Generation norteamericana como Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti, y en el que participaron poetas de toda América con la sola “voluntad de reunirse y deliberar”, nada menos que sobre cuestiones como el estado del mundo y el lugar del poeta en ese contexto.


Más de cuarenta años después, el también promotor de la poesía en castellano en el rock nacional –que hoy conduce un programa sobre el género llamado  Rock que me hiciste bien– y editor de publicaciones como Eco Contemporáneo y la célebre Mutantia decidió publicar los documentos y testimonios de aquel legendario encuentro en México. Lo hizo en Poesía y Libertad, un texto de la colección Miguel Grinberg bajo el sello de Editorial Fundación Ross que se presenta mañana a las 19 en los altos de la librería (Córdoba 1347).


“Junté todos los documentos de un congreso que organizamos en los años 60 en la capital de México, donde vino gente de 15 países; los documentos y los testimonios que circularon allí no se habían divulgado nunca salvo aisladamente en las revistas de aquella época. Algunos los publiqué en Eco Contemporáneo y salieron dispersos en las revistas literarias de los 60 pero nunca habían salido juntos y en forma de libro, era una información dispersa que además incluía una encuesta sobre arte y libertad, completamente inédita, a Ernesto cardenal, Thomas Merton, Lawrence Ferlinghetti, los poetas con los que nosotros nos vinculábamos en aquellos años”, señala Grinberg en una charla telefónica en la que fue rememorando la pasión que movía a los bardos de América por dar “nuevas” señales creativas y solidarias.


Acerca de las motivaciones para compilar ahora todo este rico material, Grinberg explicó: “Fue por la simple razón de que cuando nosotros hicimos ese movimiento éramos gente joven y desconocida y con los años muchos de los que integraban ese movimiento se convirtieron en personalidades, hoy Alejandro Jodorowsky es un escritor reconocido, Ernesto Cardenal terminó como ministro de Cultura de la Revolución Sandinista, prácticamente todos los que no éramos nadie en aquella época, con el paso de los años nos convertimos en alguien. Fue realmente un movimiento continental, pero nunca tuvo reconocimiento porque tampoco tenía los medios para darse a conocer, salvo en las revistas literarias que nosotros dirigíamos o participábamos”.


De cómo surgió llamar a esa congregación de poetas Movimiento Nueva Solidaridad, Grinberg sostuvo: “Sin que esto signifique parricidio, había una fuerte interrelación entre algunos grupos latinoamericanos con influencias surrealistas, pero era la solidaridad de los poetas europeos de la Guerra Civil Española, de la Segunda Guerra, lo que nunca había existido era un movimiento latinoamericano homogéneo tan fraternal, y de ahí salió el nombre, de una solidaridad que no había habido nunca salvo como espejo de otros movimientos que no eran latinoamericanos, era algo nuevo”.


Sin ninguna duda, la poesía tal cual la planteaban los poetas en aquel momento, como una toma de conciencia para modificar un estado de cosas, significaba un hecho loable en un continente sacudido por luchas intestinas e invasiones, el interrogante que se impone entonces es el de si  logró su cometido. “Lo logró en la medida en que fue autónoma de la tendencia guerrillera que había en la época, en aquella época ya había insurrección armada en América latina, en la reunión de México incluso participó Roque Dalton que fue una figura importante del movimiento insurgente en El Salvador, en cierta medida fue como análogo con lo que pasó en la Argentina en la época insurgente con el surgimiento del rock como actitud pacifista y no violenta, además la consigna nuestra era explícita: «paz a través del arte»; claro que también éramos despreciados por la izquierda, nosotros nos juntamos cinco años después de la Revolución Cubana pero nos significó reconocimiento porque al año siguiente del encuentro en México fuimos invitados para ser jurados en el Casa de las Américas, fuimos poetas de Colombia, de Venezuela, Allen Ginsberg y yo y comprobamos que en Cuba había una división análoga en cuanto a la nueva generación de cubanos y los stalinistas, y también ellos tenían relación con los poetas beats norteamericanos, uno lo ve ahora retrospectivamente y ve que en ese momento estábamos en la vorágine”.


Poesía y libertad abre con un prólogo de Julio Cortázar, que funcionó como adhesión al congreso, en la que el escritor argentino utiliza esa definición tan cara a su imaginario, y a la de muchos otros después, “cronopios”, que aparecía como lo que mejor les cuadraba a esos poetas por conducta, tendencia e ideas. “Nosotros nos sentíamos cronopios, localmente establecimos solidaridades con los poetas de la generación de Cortázar, con César Fernández Moreno, con Miguel Brascó, con Aldo Pellegrini, que era la cabeza del movimiento surrealista, pero éramos cronopios todos”, sostiene Grinberg.


En un mensaje a los poetas del congreso, el también poeta y monje trapense Thomas Merton dice que “la violencia no cambia nada y el amor lo cambia todo, somos más poderoso que una bomba”. “Esa fue una frase emblema de un programa de rock que yo hice por FM Buenos Aires, donde abría con esa frase y además la adopté em blemáticamente a lo largo de toda mi vida; Merton habla de la poesía como vehículo de contacto, como herramienta”, grafica Grinberg, y a la pregunta de si piensa que hoy la poesía también persigue esos objetivos, el escritor ilustra: “Hay un movimiento poético en estos momentos en la Argentina análogo al de esa época. Yo hago hace cuatro años un programa de rock por Radio Nacional que se llama Rock que me hiciste bien y ahora el primer sábado de cada mes invitamos a poetas jóvenes que vienen a leer sus poesías y estamos haciendo una antología con los poetas que participaron el primer año, hicimos un libro cooperativo entre los poetas, que somos 20, donde participa mucho Pipo Lernoud; hay toda una camada de poetas trabajando con músicos, haciendo recitales semanales con una fuerza impresionante”.


Poesía y libertad contiene también una serie de testimonios actualizados de parte de los poetas que participaron de aquel congreso. Para Grinberg eso implica un valor agregado. “Los aliados que tuve en su momento, entre otros quienes conducían la revista El corno emplumado, de México, Sergio Mondragón y Margaret Randall, figuras reconocidas en la poesía tanto en Estados Unidos como en México, hicieron testimonios actuales muy interesantes, como lo que hizo Claudio Willer, que presidió la sociedad de escritores de Brasil y fue el traductor de Allen Ginsberg al portugués, él nos hizo una entrevista paralela a Mondragón y a mí, es un tipo que reconoce la originalidad de lo que nosotros encabezamos en aquella época, además hay poetas contemporáneos nuestros como Ulises Estrella que hoy es director de la Cinemateca del Ecuador, es decir los que estamos vivos seguimos en acción”.


Poesía y libertad se compone de tres partes, la última de las cuales incluye una serie de poesías. “Para que no fuera arqueología pura, para que no fuera juntar en un libro sólo documentos, pensé en incluir una antología poética compacta. Son poetas del Movimiento Nueva Solidaridad, incluí al poeta Homero Aridjis, que hoy está considerado como el sucesor de Octavio Paz en México, y a Raquel Jodorowsky que nació en Chile y es hermana de Alejandro, son poetas impresionantes pero que no tuvieron la trascendencia que merecían”, explica el poeta y editor.


Otro interrogante que surge es si Grinberg piensa que hoy podría reeditarse un movimiento como el de Nueva Solidaridad. El también militante ecologista señala que, “hay una tendencia poética muy fuerte que en gran medida se ha volcado a la música, la cantidad de cantautores que hay en la Argentina es impresionante, hay tipos como Gabo Ferro, Juan Ravioli, Pablo Dacal, Florencia Ruiz, son la nueva generación y algunos de ellos interactúan con poetas”.


La sabrosa conversa telefónica podría haber seguido por tiempo indeterminado pero como “todo termina al fin”, Miguel Grinberg define uno de sus principios principales en respuesta a si la paz es posible a través del arte: “Yo creo en la vida como obra de arte, no solamente en la paz, creo que si la sociedad no se orienta desde el punto de vista artístico, lo cual no significa que todos seamos pintores o cineastas o poetas, pero si el acto vital no se eleva a categoría de arte, o refinamiento o proyección solidaria, vamos camino a canibalizarnos”.


Un poeta argentino entre los beatniks   


En 1965, al año siguiente del congreso del Movimiento Nueva Solidaridad Miguel Grinberg, el poeta chileno Nicanor Parra, el colombiano Elmo Valencia, el venezolano Edmundo Aray y el norteamericano Allen Ginsberg fueron invitados a Cuba para ser jurados del prestigioso premio Casa de las Américas. Ya desde antes, Grinberg se carteaba con los poetas de la Generación Beatnik y en su viaje a Estados Unidos luego del congreso en México, Grinberg pasaría varios meses en compañía de estos poetas.La foto en La Habana muestra a un joven Gringberg junto al famoso beatnik Ginsberg.

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